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viernes, 23 de octubre de 2009

El Terror en los Urales


Uno de los casos mas terribles a finales de la decada de los 50´s aconteció la noche del 2 de Febrero de 1959 en la ladera de la montaña Kholat Syakhlk nombre Mansi_La Montaña de la muerte). El Puerto de montaña donde ocurrió el accidente paso a llamarse Paso Dyatlov en recuerdo del lider de la expedición Igor Dyatlov. Las misteriosas circunstancias de las muertes han generado toda clase de especulaciones.
Las investigaciones de las muertes sugieren que los excursionistas abrieron su tienda desde adentro, rajandola sin detenerse a abrirla por el ziper, huyendo con los pies descalzos a través de la nieve. Cuando fueron hallados los cadaveres no se hallaron signos de lucha, aun así una de las victimas tenia una fractura craneal, otras dos aparecieron con algunas costillas rotas, y una de las victimas fue hallada sin lengua. Las ropas de las victimas contenian altos niveles de radiacion.
Los investigadores sovieticos solo determinarón que una fuerza desconocida causo las muertes, prohibiendo así la entrada al area durante años a partir de entonces. Las causas del accidente permanecen confusas.
Todo aquello acontecio a comienzos del mes de Febrero de 1959 en la zona de los Urales. Una decena de estudiantes y alpinistas profesionales inciaron unos dias de excursión y aventura en la montaña. Este grupo era liderado por Igor Dyatlov, de 23 años, quien emprendió la marcha hacia la base de la montaña de Otorten.
Llegados al último lugar de abastecimiento, uno de sus integrantes, Yury Yudin, cae enfermo y es dejado en el lugar para que se recupere ante la imposibilidad de proseguir la ruta. Aquella circunstancia, paradójicamente, se convertiría en algo providencial y al mismo tiempo en una pesadilla para su protagonista. No es difícil imaginar a un desanimado Yudin despidiéndose de sus nueve compañeros; sería la última vez que los vería con vida. Lo que ocurrirá a partir de ese momento sigue siendo un misterio.
Dyatlov dio aviso al Instituto Politécnico de los Urales, donde estudiaban todos los integrantes del grupo, de que enviaría un telegrama en cuanto llegara a la zona de Vizhai de regreso de la montaña. Advirtió que eso sucedería aproximadamente el día 12 de febrero, no obstante cuando dejaron atrás a Yudin, le comentaron que si el tiempo se complicaba, esta fecha podría retrasarse algunos días, por lo que nadie se percato de su desaparicion hasta pasadas varias semanas.
Fue el día 20 de febrero cuando las familias de los excursionistas dieron la voz de alarma ante la falta de comunicación con sus seres queridos. En ese momento se movilizo un grupo de rescate compuesto por policía, el ejército y un grupo de profesores y alumnos de lo que hoy es la Universidad Técnica de los Urales. Tras varios días de búsqueda, finalmente el 26 de febrero encuentran el último campamento de los estudiantes y tras su hallazgo, todos los presentes supieron de inmediato que aquello no acabaría en nada bueno.
Mikhail Sharavin, estudiante y responsable del hallazgo del campamento relató como las tiendas estaban totalmente rajadas desde dentro hacia fuera así como parcialmente cubiertas de nieve. Las tiendas estaban vacías, no había nadie en el interior, pero extrañamente todos los pertrechos, objetos personales y lo más importante, la ropa de abrigo, había sido dejada atrás. Las primeras investigaciones arrojaron que el grupo debió de llegar allí aproximadamente el 2 de febrero y acampar sobre las cinco de la tarde. Esta precisión fue posible gracias a las fotos reveladas de las cámaras que habían sido dejadas atrás como mudos testigos de lo sucedido.
El grupo de rescate encuentra un grupo de huellas en línea recta a las tiendas de campaña. Los expertos aseguran que pertenecen a un grupo de unas ocho o nueve personas que evidenciaban la huida, prácticamente desnudos de la totalidad del grupo. Unos calzaban calcetines, otros lo pies descalzos y algunos solo llevaban un única bota en sus pies. Las huellas, enterradas unos noventa centímetros en la nieve, no mostraban evidencia de signos de violencia o de que alguien se hubiera acercado al campamento desde el exterior. Las huellas conducían a una pequeña cuesta que daba a una masa arbolada cercana, pero tras 500 metros desaparecían sin dejar rastro.
En el borde de ese bosque se encuentran los dos primeros cuerpos. Correspondían a Georgy Krivonischenko de 24 años y Yury Doroshenko de 21. Los dos cuerpos descansaban bajo un gran pino, vestían solo ropa interior y no presentaban signos externos de violencia. Se encontraron restos de una hoguera y parte de las ramas del pino destrozadas. A unos pocos metros, en un claro de la masa arbolada, aparecieron los cuerpos de Igor Dyatlov y Zina Kolmogorova ambos de 22 años y Rustem Slobodin de 23. Por la posición de los cuerpos se cree que los jóvenes trataron de llegar al campamento sin fortuna.
Inmediatamente se abriría una investigación donde se realiza una autopsia a estos cinco cadáveres que no arrojan datos relevantes. Los cinco habían muerto por hipotermia y no presentan lesiones externas, tan solo uno presenta un pequeña fractura en el cráneo que a pesar de revestir una gravedad leve, no es la causa de la muerte.
Salvo por los detalles del campamento y el que los estudiantes dejaran el campamento sin ropa, todo parecía normal, pero lo cierto es que aun faltaban cuatro cuerpos por hallar y con su descubrimiento todo daría un dramático giro en los acontecimientos. Descubrir el paradero de los demás excursionistas llevo un total de casi dos meses de búsqueda. Los cuatro fueron encontrados cerca de una especie de barranquillo cercano al lugar donde estaban las otras víctimas, pero estos estaban enterrados bajo cinco metros de nieve. Nicolas Thibeaux-Brignollel de 24 años, Ludmila Dubinina de 21, Alexander Zolotaryov de 37 y Alexander Kolevatov de 25 formaban una dantesca imagen cuando fueron descubiertos. Todos presentaban heridas traumáticas. El cráneo de Thibeaux estaba prácticamente machacado por dentro, Dubinina y Zolataryov tenían varias costillas rotas. Además Dubinina no tenía lengua.
A pesar de todo, las lesiones externas que presentaban eran prácticamente inexistentes y al contario de los demás, estos estaban algo mejor vestidos, incluso parece que los últimos en morir se apropiaron de las ropas de aquellos que fallecieron primero, pues el cuerpo de Zolotaryov vestía un abrigo de piel y un sombrero de Dubinina mientas que los pies de esta ultima estaban envueltos en unos pantalones de Krivonischenko. Tras tres meses de análisis, la investigación sobre el caso se dio por concluida sin que se llegara a ninguna conclusión. Sin testigos, sin nadie a quien acusar y sin evidencias sustanciales de lo ocurrido, era lo más previsible. La investigación se clasifico bajo secreto de sumario y se prohibió el acceso a la zona por espacio de unos tres años. Hasta el momento pocos son los documentos que se han desclasificado, no obstante, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por acallar el hecho, los estudiantes y los familiares de los jóvenes impulsaron la creación de una fundación que se ha dedicado en estos 49 años, a la búsqueda de una resolución al misterio.
La “Fundación Dyatlov” y su director actual Yury Kuntsevich abordaron el caso desde sus inicios y trataron de racionalizar todas y cada una de las hipótesis que se plantearon para tratar de reconstruir lo que pudo ocurrir aquella noche.
Las primeras teorías pasaron por acusar a la tribu de los Mansi que habitan en el lugar, pues se planteo que los excursionistas pudieron haber profanado suelo para ellos sagrados, pero esto se descarto de inmediato, pues ni la montaña de Otorten ni Kholat-Syakhl eran considerados lugares sagrados por los Mansi y además nunca se habían encontrado huellas en el campamento de otras personas.
Es más, años después algunos especialistas en medicina forense como el Dr. Boris Vozrozhdenny, han relatado que es humanamente posible que la fuerza de un ser humano pudiera realizar las heridas internas que presentaban los cuatro últimos cadáveres. Son heridas parecidas a las que se producen en un accidente a toda velocidad con un vehículo, externamente no se aprecian, pero las heridas internas son fatales.
Descartados los factores de intervención humana, los investigadores comenzaron a localizar testimonios de la época, y así en 1990 uno de los principales investigadores del caso Iev Ivanov, logro dar con las declaraciones de varios testigos presenciales entre los que se encontraban militares y meteorólogos, que hablaron de “esferas brillantes” que habían sido divisadas en el cielo cerca de la zona del campamento entre febrero y marzo de 1959, es decir, en el momento de los acontecimientos. Para Ivanov, esas esferas brillantes eran la explicación del misterio. Entre los pocos documentos desclasificados, existe uno que hace referencia unos excursionistas que acamparon a unos 50 kilómetros de distancia de los nueve fallecidos. El informe recoge como estos excursionistas vieron en la noche del 2 de febrero “extrañas esferas luminosas de color naranja que flotaban en el cielo en dirección a Kholat-Shiyakhy en las montañas de Otorten. De nuevo las luces eran las protagonistas en estos testimonios, lo que dio la posibilidad a los investigadores para especular con la posibilidad de que una de estas esferas hubiera provocado que los excursionistas o al menos uno de ellos se viera afectado por estas luces y con sus gritos alertara a los otros que lo siguieron. Estas luces pudieron haber provocado una explosión y producir las lesiones internas que presentaban los cadáveres.
Para Yudin, el superviviente del grupo esta teoría es la más plausible para explicar lo ocurrido. Explica las heridas así como el extraño tono “bronceado” que presentaban los cadáveres cuando fueron encontrados y que s mantuvo cuando se realizo el multitudinario funeral. Sin embargo la prueba que mejor refuerza esta teoría es el hallazgo de altos niveles de radiación en las ropas que portaban los cadáveres. El que los documentos desclasificados no ofrezcan datos sobre las lesiones de los órganos internos termina de dar la puntilla a esta teoría. Sin embargo, a pesar de que la zona se rastreo en varias ocasiones, nunca se encontró rastros o señales de una explosión
El secretismo y la intervención militar, así como el momento en que se suceden los acontecimientos surgieren un posible experimento militar en los Urales que acabo en desastre. Incluso la posibilidad de un fallido lanzamiento de un misil o un cohete es plausible, anquen a este respecto el Cosmódromo de Baikonur en Kazakhtan ha reconocido que no existe ningún expediente de lanzamiento en esa época, así lo confirmo Alexander Zeleznyakov, historiador de misiles soviéticos y alto funcionario de la Corporación de Energía Espacial Soviética. De la misma manera, el Ministerio de Defensa y la Oficina de Atención Ciudadana, confirmaron que tampoco ellos tenían ninguna constancia de experimentos de ningún tipo que coincidieran en época y lugar con el suceso de los Urales.
A pesar de todo Yury Yudin sigue en su empeño de clarificación del caso y así en su última visita a la zona logro descubrir un “extraño” cementerio de metales retorcidos de los que no pudo averiguar su origen ni tampoco cuando aparecieron allí. Para él es imposible probar un experimento militar pero no duda que la tragedia fue de un origen artificial.
“Hay cosas muy extrañas en el caso. Cuando me llamaron para la identificación de los objetos personales, hubo varios que no fui capaz de reconocer entre ellos un trozo de tela parecido al de una capa militar, trozos de cristales y par completo de esquís, así como otro par esquíes partidos en pedazos”, expreso Yudin en unas conferencias realizadas el pasado mes de febrero.
La prueba más fehaciente para Yudin es que si uno sigue la cronología de los documentos desclasificados parecen indicar que las investigaciones se abrieron entre el 6 y el 14 de febrero de 1959, es decir varios días antes de que se descubrieran los cuerpos de forma “oficial”.
El próximo año se cumplirá el cincuenta aniversario de la tragedia y muchos esperan que con esta fecha señalada y la actual situación de Rusia, se produzca una nueva desclasificación de documentos que permitan arrojar más luz sobre un caso que se encuentra sumido en la parte más sombría de un caso rodeado de misterio.
Teorías que cobran fuerza: “Las avalanchas de nieve ligeras”
Recientemente, se ha hablado mucho de una nueva teoría que podría explicar el sucesos de los Urales. Al parecer, varios alpinistas profesionales han sugerido que el grupo pudo verse sorprendido durante la noche por una avalancha de lo que ellos llaman “nieve ligera”. Esta nieve se habría desplazado bien por el viento o simplemente derretido cuando los rescatadores llegaron a la zona varios días después.
Los jóvenes al parecer se habrían visto sorprendidos por esta avalancha la cual le pudo provocar fácilmente esas lesiones internas. Por miedo a replicas, los jóvenes rajaron las tiendas de campaña y huyeron del lugar por temor a las replicas. Visto así es posible, pero según los detractores, existen varios puntos que no encajan. Por ejemplo algunos plantean que de estar tan gravemente heridos, no habrían podido caminar por sus medios tal y como indicaron las huellas que se alejaban del campamento. Además uno de los cuerpos presentaba al parecer un corte en la pierna y nunca se encontró sangre ni restos de esta en las tiendas de campaña.
Para explicar el porque se alejaron tanto del campamentos simplemente se esgrime debido al pánico perdieron la ubicación del campamentos y les fue imposible volver a por la ropa de abrigo. Esta teoría es una de las más aceptadas junto con la de una operación militar encubierta y es posible que en el 50 aniversario de los hechos se libere más información que permita contrastarl.
Conferencias con motivo del 49º aniversario
Seis personas que colaboraron en la búsqueda de los estudiantes y 31 expertos independientes, se reunieron en Yaketerinburg bajo el auspicio de la “Fundación Dyatlov” el pasado mes de febrero para recabar respuestas sobre el accidente e intercambiar datos de las investigaciones realizadas hasta el momento. Las conclusiones de la reunión para la mayoría de los investigadores es que los militares realizaron pruebas en el área y que de forma no intencionada, causaron la muerte de los nueve esquiadores.
“Todavía carecemos de los documentos claves de la investigación, por lo que seguimos solicitando al Ministerio de Defensa y al FSB que nos provea de dicho material para continuar nuestras investigaciones” expresaron los participantes.
Las Conferencias fueron secundadas por la Universidad Técnica de los Urales, la Fundación Dyatlov, y otras entidades no gubernamentales que no dudaron en proclamar en un acto no oficial, el lugar del suceso como “Paso de Dyatlov” en honor a los estudiantes y con motivo de que sus muertes no caigan en el olvido.

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