Exorcismo en Connecticut

La muerte, la oscuridad son las fobias colectivas en las que se basan las películas de miedo, y mas aún cuando estas películas son basadas en hechos reales. En el caso de la familia Snedeker el caso es un tanto especial ya que los protagonistas viven y ellos mismos han dado testimonio de aquella terrible experiencia que vivieron durante mas de 6 meses en aquella casa que estaba manchada por la muerte y la locura. 

Todo comienza en el verano de 1987 con un simple cambio de domicilio. La familia Snedeker quienes vivian en el norte de Nueva York debían mudarse a Connecticut  debido a que al pequeño Stephen de 13 años le habían diagnosticado cáncer y debían mudarse a un sitio cerca de donde le estaban haciendo el tratamiento. Cuando la familia llega a la nueva casa lo primero que dice Stephen es: “Esta casa no me gusta”. El Psiquiatra-forense, Dr. José Cabrera asegura que los niños con cáncer suelen ser más sensibles que los demás.

Los padres deciden investigar la casa y descubren extraños elementos como una mesa de autopsia, implementos médicos, así como una rampa (que se dirige a una habitación), cadenas con ganchos, crucifijos grandes, almohadas de ataúdes, lápidas, etc., y ese mismo día se dan cuenta que la casa había sido una funeraria. La primera en ver cosas es Stephanie, la hija menor, quien en su habitación ve una mujer muy blanca con los ojos vacios. La pequeña sale corriendo llamando a Carmen, su mamá, pero esta no ve nada y deduce que todo es debido a la mudanza y al desgaste físico que la familia ha sufrido últimamente.

Stephanie le decía a su madre que veía cosas en la casa, Carmen no le da importancia, hasta que ve marcas en el cuerpo de una sobrina suya que días antes se había mudado a la casa. Una noche tanto Stephen como Stephanie ven tres personas en la habitación y sienten que esas personas susurran y los miran. Los niños estaban durmiendo en el sótano, y probablemente porque allí era donde hacían las autopsias era que el ambiente era muy denso.

Carmen asegura que se escuchaban pisadas y voces, además asegura que las cosas desaparecían prácticamente frente a sus ojos. La cuenta de la luz había subido de tal forma que el padre había optado por retirar los bombillos de las lámparas de toda la casa, aún así las lámparas se prendían solas y la cuenta de la luz no bajaba. Carmen asegura que cada vez que trapeaba veía como salía sangre del trapero.

En E.U es una costumbre que las familias inviertan en negocios de funerarias, ya que muy poca gente quería trabajar allí, era considerado como un tabú tener ese tipo de empleos ya que era como trabajar con la muerte. La forma de ser de Stephen había cambiado mucho, se había alejado un poco de la familia y había optado en hacer un pacto con los entes que lo atormentaban para que lo dejaran en paz.

Los fenómenos comienzan a manifestarse de una forma radical el día que Stephen entra a la habitación de su prima de 10 años e intenta violarla, por lo que, tanto sus padres como la policía deciden que el joven sea recluido en un hospital psiquiátrico. El Dr. José Cabrera asegura que probablemente esto sucede porque las medicinas suministradas para el cáncer  muchas veces afectan el cerebro de la persona enferma.

A pesar de la ausencia de Stephen los fenómenos se siguen manifestando y de una forma radical, como agresiones y violaciones especialmente a la madre. Carmen, asegura que cuando la casa funcionaba como funeraria uno de los operarios que allí trabajaba solía practicar necrofilia (sexo con los muertos).

Los padres deciden acudir a la iglesia alegando que un ente maligno se ha apoderado de la casa, y es luego de varios meses cuando la petición de exorcismo es aceptada. Pero a pesar de esto los fenómenos no cesan y la familia decide abandonar definitivamente la casa.

Stephen Snedeker actualmente vive, dicen que es un hombre normal, que de aquel cáncer y de aquella experiencia paranormal no quedaron secuelas. La casa paso de dueño en dueño, y actualmente allí vive una familia con niños pequeños y que de aquellos fenómenos no se han sabido más. El Dr. Cabrera asegura que en este tipo de fenómenos el factor humano es importante e influye siempre.