Es difícil ver y no conmoverse cuando los sueños de miles de personas quedan truncadas, que no solo pierden alguna extremidad sino que pierden sus sueños debajo de una mina. Quienes instalan estos artefactos no solo mutilan físicamente a sus víctimas sino emocionalmente. Son muchos los países donde las víctimas de estos atentados se multiplican, y lo más terrible es son niños en su gran mayoría.
Hace más de 10 años se firmo el tratado de Ottawa donde 151 países se comprometían a hacer algo en pro de las víctimas de los campos minados, y hasta el día de hoy muy poco se ha hecho, por esto, y con la intención de dar una voz de alerta, de tocar las conciencias y los corazones de los gobiernos que firmaron este tratado, el fotógrafo periodístico español Gervasio Sanchez plasma en fotografías la desgracia que ha tocado a las miles de personas. Cada fotografía tiene su propia historia, cada persona tiene su propia herida y mucho que contar.
Hoy día se estiman que hay aproximadamente unos 150 millones de estos asesinos silenciosos enterrados en casi 80 países, y se hablan de más de 20.000 explosiones anuales, sin contar el sinnúmero de víctimas inocentes.
La colombiana Mónica Paola Ojeda tenía ocho años cuando el 21 de febrero de 2003 se apartó un momento del camino –“papi, voy a hacer un pis”- y pisó una mina que la dejó ciega y manca, cambiando su vida para siempre.
Adis Sanajic, de origen serbio, en la primera imagen en el hospital nada más sufrir la explosión que le destrozó la cara y el brazo derecho. Ha soportado más de treinta operaciones. En la segunda imagen 10 años después, con su protesis de brazo y su mujer.
Sokheum Man es camboyano. Era un niño cuando hubo que amputarle la pierna derecha. La primera foto de Gervasio Sánchez lo muestra justo antes de la terrible intervención: su padre, Theam Man, lo sujeta por los hombros y mira a la cámara como desafiando a la desesperación. En la segunda foto, el niño sin pierna ya es un hombre, el padre que vuelve a sujetarle por los hombros ya es un viejo, su mirada no ha cambiado e ignora que le quedan tres meses de vida.
El kurdo Fanar Zekri, sin piernas desde los seis años, reza antes de dedicarse a su hobby, juega a fútbol con las manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.