Todo en esta vida es una decisión, y no importa cuán importante esta sea siempre tendrá un “porque”. Precisamente esta tarde mientras que tomaba algo y leía el libro “Lo que no digo cantando” del cantautor Ricardo Montaner, descubrí una historia que me hizo concluir que seguramente detrás de cada una de las decisiones que tomamos puede haber un milagro oculto esperando para ser mostrado. Exactamente en la página 36 del libro anteriormente mencionado comienza una historia diferente a lo que he venido escribiendo, y por lo tanto es especial, porque estaba en mi decisión tomar el libro o no, y pagar los 30 centavos de multa que le debía a la biblioteca para poder retirar este libro.
Se trata de un milagro ocurrido en un hospital público de Montevideo (Uruguay), donde quizás jalado por la mano de Dios, el afamado cantautor Ricardo Montaner ingreso a la sala de cuidados intensivos donde se encontraba un pequeño de un año de edad que se encontraba luchando por su vida en una guerra de la cuál quizás saldría derrotado. Aquella sala gris fue testigo del más conmovedor suceso que el artista pudiera presenciar.
Montaner desde que se bajo del avión en la capital uruguaya insistió con sus anfitriones que quería visitar el hospital de niños. Según confesiones de Montaner, ese recorrido siempre había sido parte de su agenda durante sus viajes. La idea era visitar el hospital Pereira Rossell, solo que se presento un inconveniente, el hospital no tenia ascensor, por lo que se le aviso al artista que solo visitarían la planta baja y no subir a cuidados intensivos puesto que quedaba en un quinto piso, pero Montaner guiado por algo superior a él mismo subió los cinco pisos y entro a una habitación que el recuerda era la primera del pasillo.
En esta habitación se encontraba una parejita de jóvenes que no pasarían de los 21 años. Ambos estaban sentados junto a un pequeño de un año. La madre del niño, María Esther le dijo con voz temblorosa: -“Se llama Mauricio Sebastián”. El pequeño había nacido saludable, pero a los cuatro meses comenzó a tener extrañas fiebres seguida de una infección en el oído que pronto le invadió el cerebro, cayendo en un coma profundo que requería de morfina y oxigeno. Los médicos no daban muchas esperanzas luego que el pequeño había sufrido más de 6 infartos cerebrales.
Luego de escucha la historia y sin palabras de consuelo para lo abatidos padres, Montaner recordando todas las veces que había orado por la salud de su hijo Ricardo Andrés, les pidió a los padres que hicieran juntos una oración a Dios por Mauricio. Los padres miraron al artista entre asombrados y perplejos, ya que no era común la visita de un artista de su talla, quien además les hiciera tal petición. Luego de aquella oración Montaner salió del hospital con una extraña sensación, y entonces llamó a su esposa Marlene para contarle aquella experiencia, y diciéndole que deseaba que al hijo que venía en camino lo llamaran igual que aquel niño uruguayo, Mauricio. Aquella noche durante el concierto, Montaner dijo a su público: -“Hoy le pedí a Dios por un niño uruguayo que estaba a punto de morir. ¡Y estoy seguro que Dios ya ha hecho el milagro!”. En uno de sus tantos viajes a Uruguay, Montaner hablo con María Esther, y por ella se entero que exactamente a la misma hora del concierto, quizás en el mismo momento en que el contaba su experiencia frente a su eufórico público, algo acababa de ocurrir: -“¡Mauricio acaba de bostezar!”, grito María saliendo al pasillo del hospital, se había producido el milagro.
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