El reflejo del espejo siempre ha provocado cierta fascinación. Recientemente un grupo de arqueólogos se encontraron con los más antiguos del mundo en la población actual de Conia, Turquía. La cronología exacta son 6.200 años antes de Jesucristo. Ya en tiempo tan remoto, las mujeres no solo se miraban y reflejaban su belleza en ellos, sino que los empleaban para la hechicería, la invocación, el contacto con ese otro lado del que han hablado tantos sabios.
Sumerios, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, siguieron atraídos a ese extraño resplandor, a vernos de otra forma. La tradición habla de rituales cotidianos que al parecer se siguen efectuando como despojarse de las ropas, mirarse al espejo rodeado de velas, y suceden cosas extrañas como el propio funeral. El primer elemento en el que el hombre se vio reflejado fue el agua, por lo que podríamos decir que el agua fue el primer espejo. Se creía que aquel reflejo era el alma de la persona que se había salido del cuerpo.
En esta misma época, se provoco un gran desarrollo de la psicología como disciplina y de ahí se conectan todos aquellos experimentos con el espejo, la imagen y la generación de estados alterados de consciencia, descubriéndose que una de las maneras en que se podían provocar estos estados alterados de consciencia era contemplando fijamente la imagen en un espejo. Era un momento en que la mente comenzaba a desvariar, y esa imagen se iba deformando e iba perdiendo nitidez y claridad. Los reflejos se iban convirtiendo en seres monstruosos, el personaje entraba como en un bucle o rizo de retroalimentación fantasmagórica en el que empezaba a visualizar su imagen distorsionada por completo.
A pesar de que llevamos siglos conviviendo con los espejos, hoy día todavía hay muchos adolescentes que hacen este tipo de “experimentos”. En la remota antigüedad, cuando la gente moría dentro de sus viviendas los espejos se tapaban, y aun en la actualidad, en algunas localidades españolas se siguen tapando los espejos o se voltean, porque existe la creencia de que el alma del difunto puede quedar vagando por la casa e incluso introducirse en el espejo.
El espejo, la brujería y la mujer siempre han estado muy relacionados. Muchos sabios decían incluso que si el diablo en realidad existe tiene que tener rostro de mujer, así como creían en que si la mujer que menstruaba se miraba en un espejo podía empañar el espejo con su sangre y ver la fecha exacta de su muerte. Durante la Edad Media nace la idea de que el diablo puede hacer presencia más fácilmente a través del espejo, por esta razón la iglesia prohibía que la mujer se viera en el espejo, ya que la mujer desde la antigüedad ha sido considerada como una tentación y la perdición del hombre. Estas ideas eran defendidas por sabios como Aristóteles y Plinio. También se hablan de historias mucho más macabras en donde la persona que se reflejaba veía a un niño o sombras que le rodeaban.
“…la superficie del espejo se torna cual nube sangrienta.” Aristóteles
“…el fulgor de los espejos se empañan con la mera mirada de la mujer cuando esta menstruando”. Plinio.
Carl Jung aseguraba que el encuentro de uno mismo (por medio de un espejo) puede ser una de las experiencias más desagradables de la vida.
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