Los mas terribles experimentos humanos y vejaciones fueron ejecutados en el marco de la II Guerra Mundial. El Campi de Buchenwald fue uno de los primeros y más importantes campos de exterminio creados en Alemania, donde fueron encerrados, judíos,polacos, eslovenos, homosexuales, prisioneros de guerra, entre otros. En ese campo murieron alrededor de 50 mil personas víctimas de abusos y trabajos pesados. Así también alrededor de 10 mil fueron. Ínfimas de ejecuciones, y otros tantos de la crueldad de las SS. Entre muchos de los experimentos conocidos en la Alemania nazi, un espeluznante símbolo de la depravación nazi, apareció una lámpara que según los supervivientes estaba hecha con la piel de algunas de las víctimas de los campos de concentración, especialmente del campo de concentración de Buchenwald. Pero antes de que esta prueba crucial pudiese sentarse delante de un tribunal, la lámpara desapareció.
Buchenwald, el campo de los muertos vivientes.
1945: Liberación del Campo de concentración de Buchenwald
Al llegar las fuerzas aliadas las puertas de los campos de concentración se abrieron. Ilse Koch, la bella esposa del comandante Karl Koch, fue culpada de aquellos crímenes en donde millones de vidas fueron sacrificadas para fabricar aquellas lámparas. Ilse Koch, hacia desnudar a los hombres y si estos tenían algún tatuaje que le gustara los hacían asesinar. Ilse Koch pidió que hicieran una lámpara para la fiesta de cumpleaños de su marido.
Se cree que tuvo relaciones con un médico del campo de concentración, lo cual alimentó aún más su fetichismo por la piel humana, por lo que la llamaban La Bruja de Buchenwald. La lámpara es la prueba fundamental, gracias a ella se podría condenar a Ilse a la pena de muerte, pero antes de poder presentar la prueba a un tribunal, la lámpara desaparece. Años mas tarde, a un joven llamado Mark Jacobson le regalaron un lampara de unos 35 dolares, su amigo le llamó; al principio no sabía muy bien de qué se trataba, aunque ya sabía que era un objeto diferente. Ál principio Jacobson no le dio mucha importancia a la lámpara que llegó a su casa en abril de 2007.
Relata que pocos meses después, cuando empezó a investigar sus orígenes, se dio cuenta de que, además de que era real, nadie se quería quedar con el objeto. A todos les incomodaba su presencia, si se puede utilizar esta palabra para referirse a esta pieza. Después de todo, la pantalla, defiende Jacobson, fue parte de un ser humano. Parece que del pecho de alguien, después de consultar con varios expertos. Es de donde se sacan las piezas más grandes. Además, se añade que para muchos la piel es lo que más cerca está del alma. A simple vista, la lámpara es pequeña, sobria y tiene una pantalla beige y algo reseca. Pero al mirarla con más detenimiento es posible ver que no se trata de marcas de un pergamino sino de la trama de tejido humano.
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