En el marco de las negociaciones de La Habana que se adelantan entre el gobierno colombiano y las FARC, como parte de las decisiones que se han tomado en la mesa para construir confianza, el gobierno decidió conceder el indulto a 30 guerrilleros de las FARC que se encuentran recluidos en cárceles del país. El gobierno ha justificado esta decisión argumentando que los guerrilleros que se beneficiarán con esta medida, ninguno de ellos ha sido condenado por delitos graves, que fueron condenados por rebelión. Existen alrededor de esta decisión opiniones contrarías, por un lado aquellos que apoyan el perdón, y que buscan una paz a toda costa (aún con impunidad) y aquellos que rechazan esta medida porque no puede haber paz con impunidad. Y es que en un país que ha visto derramada tanta sangre inocente, pensar en un perdón cuando hay tantas familias que aún lloran a sus muertos, es negarles justicia a esa madre que perdió a su hijo, o a esos niños que perdieron a su padre.
Mientras escribo este artículo, puedo ver en las noticias que las FARC siguen sembrando minas anti personas, y el gobierno se empeña en liberar guerrilleros que tanto mal le han hecho a Colombia. Mientras que el mundo rechaza el terrorismo islámico, a raíz del atentado en París el pasado 13 de Noviembre, el gobierno colombiano considera perdonar 30 guerrilleros. No importa de dónde vengan, si son terroristas islámicos o guerrilleros colombianos, son igualmente asesinos, no importa si los primeros se inmolan y los segundos no, no importa si unos asesinaron a franceses y los otros asesinan colombianos, nuestros muertos no fueron ciudadanos de segunda, ellos fueron seres humanos que tenían familias, sueños por cumplir.
Es frustrante ver cómo colombianos, por un lado condenan los atentados en Francia, pero apoyan ese circo de hipócritas en La Habana y por ende apoyan el indulto de impunidad.
Si esperamos lograr paz está debe venir de la mano con justicia, no con impunidad, que los guerrilleros paguen sus condenas. Colombia no necesita guerrilleros felices en la calle mientras que hay familias que aún lloran sobre las tumbas de sus seres queridos, mientras que todavía hay niños que no superan la mutilación por una mina anti personas o por haber visto morir a uno de sus padres. Colombia necesita una paz completa, no una paz mediocre, no una paz llena de hipocresía y de trampas.
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