Han pasado ya 30 años de aquella tragedia que termino de sacudir a una Colombia ya de por si consternada por los acontecimientos de la Toma de Palacio de Justicia. Aquel fue el Noviembre Negro que cambió de una forma abrupta la historia de Colombia. La historia de Armero era inevitable, el volcán Nevado de Ruiz ya estaba dando señales de que algo no iba bien, y los geólogos ya habían notado esas señales un año antes y habían advertido lo que iba a ocurrir. A pesar de que el tema se había debatido en el Congreso de la República, ninguna autoridad dio la orden de evacuación. A finales de 1984, señales pusieron en alerta a los estudiosos, cuando el 7 de septiembre cayeron rocas en el lecho del río Lagunilla, en los vereda El Sirpe, 14 km arriba de Armero y lo taponaron, y tres meses después se presentó un incremento de la actividad sísmica del volcán Nevado del Ruiz. Otra señal fue que se detectaron columnas de vapor y gases que salían del volcán.
Dos tesis de doctorado advirtieron de los peligros del volcán y en octubre de ese mismo año se realizó un mapa de riesgo que mostraba la siete que podría correr Armero en caso de qué el gigante se despertase. Los montañistas que subían al volcán notaban la nieve teñida de amarillo por la salida del azufre, oían ruidos y sentían temblores cerca del cráter Arenas, el origen de la erupción. El volcán estaba vigilado en aquel entonces, pero no con gran rigor. Marta Calvache, directora técnica del Servicio Geológico Colombiano, señaló que el volcán presentó síntomas de erupción desde diciembre de 1984. Por otro lado, Gloria Cortés, directora del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, entidad que al día de hoy vigila el Nevado del Ruiz, señaló que la gestión de riesgo no fue exitosa.
El 13 de Noviembre de 1985, ocurrió lo que era inevitable, en la noche, el volcán Nevado del Ruiz, que llevaba tiempo arrojando ceniza, despertó trayendo consigo terror y muerte, provocando una avalancha y a las 11:00pm llego al prospero municipio, al segundo en importancia del Tolima habitado por 40.000 personas. Aquella avalancha sepultó a 25.000, la mayoría de ellos se encontraban durmiendo. Una de las víctimas de aquel desastre natural fue el alcalde del municipio de Armero, Ramón Antonio Rodriquez, quien repetía constantemente que el volcán era una bomba de tiempo, e intento hacerle ver al gobierno nacional el peligro un corrían, pero el gobierno se hizo de la vista gorda. La avalancha provocada por el volcán arrasó 4.200 viviendas, destruyo 20 pueblos y acabó con todas las vías. De aquella tragedia nada quedó en pie, tan solo sobrevivieron 15.000 de sus habitantes.
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