Las tradiciones e incluso la misma religión ha sido usada por el ser humano para negar la libertad de pensamiento. Desde tiempos remotos las persecuciones de carácter religioso han sido por la libertad de pensamiento, pero también el mismo hombre se ha negado a si mismo esa libertad de pensar y de tomar decisiones sin que terceros influyan en algo, y en ocasiones resulta cómodo dejar estas decisiones en otras manos sin tomar en cuenta nuestros propios criterios. La libertad no se traduce de la misma forma para los antiguos griegos, la persona libre era aquella que podía gozar de los privilegios como ciudadano que vota y que puede participar en política, pero en esa libertad no estaba incluida la libertad de pensar, y de tomar decisiones. La libertad hoy día en su concepto más amplio es además de los privilegios como ciudadanos, el poder decidir de acuerdo a los criterios propios.
Cada vez nos tomamos menos tiempo para pensar, esa es la pereza natural en la que el hombre se halla sumergido. Las ideas parece que están en vía de extinción. El hombre ya no recurre a la propia razón al momento de tomar una decisión y entonces caemos en el facilísimo de pensar como otros dicen que tenemos que hacerlo, esto es asesinar el alma individual. Hannah Arendt deja claro que los seres humanos debemos defender el derecho a pensar, ya que se hace libre mediante el propio pensamiento. De acuerdo con el pensamiento de Arendt, ningún poder es tan absoluto como el que tiene el hombre sobre sí mismo (Epicteto). De acuerdo a Albert Baynet en su obra Historia de la Libertad de Pensamiento, el autor defiende que la dignidad del hombre reside en el pensamiento, por lo que cada vez que el ser humano piensa es libre, entonces podemos decir que a los ojos del libre pensador, el hombre tiene derecho a examinar y discutir todas las opiniones, todos los problemas, sin que nada pueda significar un obstáculo limitando este derecho.
Emmanuel Kant define el no pensar por uno mismo como vivir en una Minoría de Edad, que se traduce no en falta de inteligencia sino en una carencia de valor y decisión. Kant habla del uso público de la razón, que es lo mismo que la libertad de expresión y de pensamiento. Resulta muy cómodo permanecer en esta eterna minoría de edad, ya que no se usa el propio esfuerzo y se ahorra la tarea de pensar, y como consecuencia no se discierne y eso nos hace esclavos de quienes quieren pensar y decidir por nosotros. La libertad de pensamiento no es solo un derecho sino un deber de ejercer su libertad en totalidad. Quien ejerce su mayoría de edad tiene las capacidades de crítica hacia los prejuicios y tradiciones, analiza la realidad y autocrítica sus propias limitantes. Kant define esto como Sapere Aude! (Atrévete a Saber!). Para Kant la libertad se daba a partir de la conciencia individual para luego concretarse al aspecto social, ya que cuando existe el oficio libre de pensar del hombre este se convierte en un ser soberano, y por lo tanto es clave para explicar la autonomía de la libertad. Quien piensa por si mismo es capaz de crear haciéndose dueño de sus propias ideas. Pensar nos impide ser crédulos y nos hace libres para poder actuar y poder emitir un juicio. Imponer leyes que atenten contra esa libertad es condenar al hombre a permanecer en esa minoría de edad a la cual se refiere Kant y por lo tanto habría una tremenda desigualdad.
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