Era un día gris y tremendamente frio de diciembre de 1952, la niebla que cubría la ciudad no era igual a la que los londinenses conocían. Eran tiempos difíciles tras la guerra en el valle del Támesis, y en aquella ocasión el invierno parecía más cruel que de costumbre. Aquel 4 de diciembre se poso en la ciudad como un gran monstruo una neblina que enfriaba en las zonas inferiores y calentaba en las zonas más altas. Miles de hogares prendieron sus chimeneas para combatir el despiadado frio que parecía querer ensañarse con ellos y el paso de miles de vehículos que circulaban por las calles con sus motores diesel.
Aquel cocktail ambiental fue creando una letal y espesa neblina que quitaba visibilidad. La ciudad quedo completamente paralizada ya que la circulación era prácticamente imposible y los transeúntes se vieron en la necesidad de moverse en metro o caminando. A los hospitales llegaban personas con todo tipo de problemas respiratorios como hipoxia, bronquitis y bronconeumonías provocados por la letal neblina que se había apoderado de la ciudad. No solo era el caos hospitalario sino también el policial ya que los vándalos habían aprovechado la neblina para saquear casas y locales comerciales con total impunidad.
En aquel caos los únicos vehículos que podían circular eran las ambulancias y los vehículos policiales que se guiaban por las luces de los agentes que se situaban en puntos estratégicos a modo de faros humanos. Pero la verdadera tragedia fue cuando la niebla se esfumo el 9 de diciembre, ya que durante los meses y años siguientes dejo más de 12000 víctimas, y a partir de ese momento se firmo el Acta de aire limpio (Clean Air), que en 1956 se formalizaría para eliminar la quema de carbón en las industrias y hogares londinenses y evitar así un suceso similar convirtiéndose en la primera ley europea que combatió ese fenómeno.
Pero aquel mismo año de 1956 un nuevo suceso dejo otras 1000 víctimas, y en 1962 murieron otras 700 personas, siendo este el último reporte de este tipo de nieblas en Londres. Se tiene constancia que en 1880 una niebla tóxica había matado a 2200 londinenses, así es que “El Gran Smog”, como fue bautizado, no fue el primer caso de neblina tóxica. Curiosamente en las noticias no se hablo de víctimas humanas provocada por la catástrofe, y es que al comienzo no se sabía con exactitud qué era lo que realmente estaba ocurriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.