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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Valvula de Escape



Desde hace relativamente poco el hombre ha estado consciente de la insalubridad de estar expuesto a sus propios excrementos, y los pueblos más primitivos ya tenian cuidado de, al menos, alejarse de los lugares de vivienda para hacer sus necesidades. Muchos animales tienen hábitos similares, de modo que no somos los únicos en esto.

La cuestión es que según aumenta la población, esta solución deja de ser fáctible. Si en una zona grande vive un número pequeño de personas, es factible perderse en la espesura para dar rienda suelta a tan intima labor. Sin embargo con la aparición de los primeros núcleos de población eliminar los excrementos empezo a convertirse en un verdadero problema, no solo por la incomodidad, la falta de intimidad o el olor, sino tambien por el problema de contaminación del agua potable y la propagación de enfermedades infecciosas.

La primera solución a este problema fue la letrina, que consistia de un agujero en el suelo, normalmente en el interior de una pequeña estructura para proporcionar cierta intimidad. A menudo el agujero conducia a una camara más o menos grande. Cuando dicha camara se habia llenado se cerraba, y se habria otra en otro lado, y asi sucesivamente.

En algunos lugares las letrinas eran colectivas, y en otros, cada núcleo familiar tenia el suyo propio. Aun cuando la letrina significaba una solución tecnologica sencilla, suponia problemas que se acrecentaban a medida que la población aumentaba.

      i.        No podia estar en la vivienda por el olor que producian los heces, y que era inevitable por más que estuviese cerrado. El problema se agravaba porque aunque parezca mentira, los gases desprendidos por el pozo de la letrina son potencialmente peligrosos, por ello se construian fuera de los edificios y con una buena ventilación.
    ii.        Tambien contaminaba el agua potable. Muchas culturas bebian de manantiales o pozos cercanos a sus viviendas, y el hecho de excavar en un pozo en el que estan almacenados los excrementos trae grandes complicaciones.

La letrina funciona relativamente bien cuando la densidad de la población no es muy grande, pero llega un momento en el que ya no es factible. Al cabo de algunas decadas, y una población razonable se tiene el terreno plagado de pozos hediondos. Existen soluciones viables como la elaboración de abono a partir de la descomposición de la heces, pero muchas culturas no las empleaban, por lo que los problemas de salubridad persistian.


 Llegado el siglo XVI, cuando Sir John Harrington desarrolló un sistema que consistia en un asiento con cisterna que se vaciaba con el agua de esta, al accionar un mecanismo de palanca. Harrington, quien formaba parte de la corte de la Reina Isabel I, de Inglaterra, ofrecio su invento, que fue bautizado como El Áyax”, pero tenia un problema, este invento exigia demasiada agua y el olor que producia era insoportable.

La solución la dio  en 1775, el relojero londinense Alexander Cummings, con su patente 814: El Sifón. Un sistema simple, pero eficaz, que consistia en una tuberia en forma de S. cuando el agua pasa por el sifón, la parte inferior de la S siempre queda con algo de agua, que actua de cierre hermético de resto de la tubería, que conecta con la alcantarilla. De esto modo los gases que pueda haber al otro lado, ya no pueden salir y es posible instalar todo el invento en la casa. de ahí el nombre de Inodoro a partir de Cummings, y gracias a él, el olor dejaría de ser un problema.

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