Desde la época de la Inquisición la locura y la muerte han dejado huella en la historia del cristianismo. Con la idea de imponer creencias han acontecido grandes tragedias acosta de la fe de muchos, para envenenar las mentes de las personas y llevar a mucha gente a asesinar y a suicidios colectivos.
El fanatismo se ha convertido en la principal causa de violencia y de guerras en nuestro mundo. Que mayor prueba de ello fueron el 11-S y el 11-M donde millones de cabezas inocentes han perecido por absurdas diferencias religiosas. Las religiones se han convertido en los más grandes móviles de violencia y una lucha incansable por obligar a la gente a creer y a castigar a quienes no creen.
Las religiones tienen un impacto tremendo en la estabilidad económica y política de los países llevando a sus mandatarios a confrontaciones de grandes dimensiones. El fanatismo religioso también va ligado a la homofobia que es producto de esa misma locura desenfrenada que mencionaba anteriormente.
El rechazo a la forma de vida de algunas personas por su inclinación sexual lo que hace es hacer de la religión una forma de sumergir mas la mente en los más oscuros pantanos de la enajenación y el prejuicio. Un claro ejemplo de dicha locura de la que hablo es el pastor estadounidense Rick Warren quien luego de haberse declarado fan de la cantante y defensora de la comunidad Lésbico-Gay, cambio de forma abrupta su declaración añadiendo además que la homosexualidad es un pecado según la biblia.
Apoyar al arte aun siendo este producto de la inspiración de homosexuales como Leonardo DaVinci, o bipolares como Van Gogh, quien dormía con prostitutas, es motivo de perecer quemado en las llamas del averno, entonces pues destruyamos sus obras, incluidas la pintura de “La última cena” de DaVinci.
La homosexualidad, aun cuando no es bien aceptada por la sociedad machista de la cual hace parte Latinoamérica, tampoco debe ser considerada como un pecado ni como una terrible enfermedad, sino como una forma de vivir, como una forma de sentir que no afecta de ninguna forma a la sociedad a menos que de por medio exista perversión y morbosidad.
Si Cristo acepto a cada uno de sus hijos sin importar los pecados que cometieran y que dio su vida al ser crucificado, que derecho tenemos los seres humanos en condenar a otros sin tener ningún poder en nuestras manos. ¿Acaso somos mejores que Cristo para enjuiciar a otros que probablemente tienen más compasión que nosotros mismos?
El fanatismo es parte de la ignorancia de creer saber lo que en realidad no sabemos, y entonces resulta muy fácil juzgar sin saber si el día de mañana por X o Y motivo también seamos enjuiciados.
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