Una de las tantas historias de fenómenos que han marcado casas a lo largo de la historia. Este caso se desarrollo en El Salvador en el 2005, cuando la docente y antropóloga española Eva Bautista llega sola a San Salvador a dictar clases en una universidad. La universidad le facilita una casa en una zona residencial de clase media. Era un lugar bien protegido, y una profesora nicaragüense iba a vivir con ella, pero nunca llegó.
Desde la segunda noche Eva comienza a sentir extraños ruidos dentro de la casa. En mitad de la madrugada escucha el sonido de la cerradura y de alguien que entra a la casa y sube las escaleras con dirección a su habitación. Eva baja las escaleras con una linterna que siempre tenía a la mano, puesto que le habían advertido que en El Salvador había muchos apagones de luz, y en medio de la oscuridad trata de descubrir quien está en la casa, pero todo está en orden.
Eva menciona que los ruidos eran sonidos de muebles y paredes crujiendo. Las personas de la universidad se interesan por su comodidad en la casa, y ella les comenta que aun cuando se siente bien en la casa, lo que la mantiene inquieta son los ruidos en la noche. Todos saben que algo ocurrió en aquella casa, pero nadie dice nada en concreto. Una noche, Eva llevó a la casa a una amiga abogada para que experimentara los mismos fenómenos que tanto la inquietaban; y la joven abogada se queda sin palabras.
Una mañana Eva ve en el patio de la casa una soga de goma negra colgada en forma de horca, y le pide al hombre de la limpieza que la quite omitiéndole importancia. Eva de nuevo comenta en la universidad lo que acontece en su casa, mencionando en esta ocasión el suceso de la soga negra, y es cuando uno de los maestros le dice en forma confidencial algo que ella no se esperaba.
Un maestro nicaragüense de 26 años, muy querido por todos en la universidad se había suicidado ahorcándose en el patio de su casa, luego de descubrir que su novia se había casado en México. Este maestro dictaba clases en la misma facultad donde Eva trabajaba. Después de escuchar la historia, Eva pidió a la universidad que la cambiaran de casa. Eva piensa que el hombre de la limpieza pudo haber puesto la soga negra en el patio de aquella casa con el único objetivo de gastarle una macabra y pesada broma.
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