Cuando se inició la deportación los líderes de la resistencia judía ordenaron no luchar, ya que creían que los prisioneros judíos eran llevados a un campo de trabajo en lugar de un campo de exterminio, pero a medida que pasaba el tiempo y por supuesto a la falta de noticias convencieron a los judíos restantes que los deportados habían sido enviados a una muerte segura. Al escuchar que se avecinaban nuevas deportaciones decidieron luchar, pero de los casi 60.000 judíos que quedaban en el gueto, menos de mil tenían experiencia en combate y la mayoría de ellos no participo en la resistencia armada.
El 9 de enero de 1943, Heinrich Himmler ordena la reanudación de las deportaciones del gueto, y al enterarse de esta orden los judíos deciden tomar medidas al respecto. El 18 de enero las autoridades alemanas del gueto intentaron llevar a cabo la deportación correspondiente, pero organizaciones judías clandestinas expulsaron a los opresores y tomaron el control del gueto, poniendo vigilancia y los judíos que colaboraron con los alemanes fueron ejecutados incluso los de la Gestapo Judía. Los sublevados no disponían de muchas armas, la mayoría tenían armas, revólveres y algunos rifles viejos. Cuatro días después de la lucha los alemanes se retiran del gueto para solicitar refuerzos y recuperar el control. Los judíos comenzaron a cavar búnkers, incluyendo 618 refugios antiaéreos que fueron camuflados y se intercomunicación.
Los alemanes reunieron 2.054 soldados y 36 oficiales alrededor del gusto, incluyendo 821 granaderos de la Waffen-SS, y se armaron para el asalto. Entre el 19 y el 23 de abril el Ejército Territorial y comunista Guardia del Pueblo intentaron entrar al gueto sin éxito. La resistencia polaca también transmitió mensajes de radio informando a las potencias aliadas de la desesperada situación dentro del gueto de Varsovia.
Durante la noche del Pésaj, el 19 de abril de 1943, judíos lanzaron bombas molotov cuando los soldados alemanes avanzaban hacia el gueto. Dos tanques franceses, capturados por Alemania, fueron destruidos por los hombres de las organizaciones judías clandestinas. Soldados de las SS comenzaron a qemar casas y demoler sótanos y a asesinar cuanto judío aparecía. Al terminar la lucha los judíos se refugiaban en los búnkers. Sabiendo que el final del levantamiento se acercaba, la población civil se aglomeró en las puertas del gueto, más que todo por curiosidad, porque el antisemitismo y el miedo a los nazis habían ahogado cualquier simpatía hacia la causa judía.
El gueto continúa siendo arrasado diariamente. El 6 de mayo de apunta que hab capturado a 1.500 judíos y han asesinado a 365 combatientes, a los que Stroop califica como bandidos.
Debido a las tácticas de guerrilla de las que hacen uso los judíos, los alemanes dejan de atacar por la noche. Los insurgentes judíos y polacos aprovechan para intentar romper el cerco alrededor del gueto, pero fracasan. Para el 8 de mayo hay un total de 20 días de combates continuos. En este punto los edificios del gueto son unas ruinas humeantes, y en sus sótanos se encuentran escondidos los supervivientes, que comparten el refugio con los cadáveres de los caídos, que a su vez son devorados por las ratas.
Ese mismo día los alemanes toman el cuartel general del ZOB, siendo ejecutados inmediatamente todos los que se encontraban allí. Mordechai Anielewicz y su novia se suicidan antes de la llegada de los alemanes
El 16 de mayo, Stroop declara que la batalla ha terminado y la sinagoga de la calle Tlomacka es demolida como símbolo del fin de la existencia judía en Varsovia. Los colaboracionistas polacos inician la persecución de los supervivientes del gueto, y le ponen un nombre a la misma: la caza del judío. Sin embargo, muchos logran escapar, viviendo escondidos hasta el alzamiento de 1944 donde las fuerzas alemanas también triunfaron.
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