Una ola de 24
metros de altura se acerca, el terremoto de magnitud de 9,3 a quebrado el fondo del mar de la remota
isla de Simeulue, todo el planeta ha sentido la vibración, minutos antes de que
suenen las alarmas con el océano aun en calma la tribu Moquen y los animales
han detectado algunas señales, códigos que nadie más sabe interpretar, y
huyeron dejando aquella isla desierta; pero, ¿Por qué? Cuando se les pregunto a
los sobrevivientes, a los llamados Gitanos
del mar, dijeron que habían visto las señales como la huida y el vuelo de
ciertas especies de aves, la aparición de algunos peces en la orilla
repentinamente, la retracción del mar que para muchos turistas por desgracia
fue una especie de curiosidad convirtiéndose después en una trampa mortal.
¿Por qué esas
personas habían intuido algo? La tribu Jaraba a unos cien km al sur de esta
isla hizo algo muy parecido, pero con elementos aun más increíbles, algunos de
sus jefes, habían soñado al mismo tiempo con una mujer rubia con heridas,
sacando la mano, pidiendo auxilio en medio de un mar que parecía en calma, lo
tomaron como una señal, obligando de inmediato a toda la gente de la tribu a
tomar sus pertenecías y a huir de aquel lugar que sería arrasada. Todos se
salvaron, menos un anciano minusválido. Aquellas personas con extrañas
conexiones con elementos ancestrales lograron sobrevivir a aquella trampa que
se hallaba en el fondo del mar, pero 280 mil personas provenientes del mundo
occidental no contarían con aquella misma suerte.
Aquellas personas
que vivían tranquilas aquel día después de navidad del 2004. Nadie leyó las
señales como los Moquen o los Jaraba, y que desaparecieron de la faz de la
tierra en tan solo unos segundos, al igual que cientos de pueblos. Fueron más
de 30 mil desaparecidos, que han dejado rastro alguno. Se hablan de fantasmas,
premoniciones, y animales que lograron sobrevivir. Se tratan de lugares que se
vieron afectados por el tsunami, los habitantes creen en la existencia de
apariciones, lugares donde los tailandeses jamás volverían a pasar unas
vacaciones. Hay hoteles que fueron reformados, incluso se les cambio el nombre,
y a pesar de eso los tailandeses se niegan a volver porque consideran que son
lugares marcados, que han sido tomados por los espíritus, mientras que los
occidentales tienden a creer menos en esas cosas y de hecho han vuelto a esos
lugares.
Historias no solo
de la destrucción de pueblos que fueron devorados por el mar, sino de aquellas
personas que perdieron a sus familiares, de niños que aquel día quedaron huérfanos,
de búsquedas infructuosas, llegaron a las manos del director de cine, el
español Juan Antonio Bayona en su film Lo
Imposible. Este film está basado en un hecho real que conmovió a este
director español cuando luego de tres años de la tragedia, en el 2007, descubrió
la historia real vivida por la familia Álvarez-Belón (María junto a su marido
Enrique y sus tres hijos Lucas, Tomás y Simón) el 26 de diciembre de 2004 en
Tailandia.
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