Martina veía por la ventana a lo lejos la montaña, la nieve anunciaba la pronta llegada de la navidad, la gente poniendo luces en sus casas, decorando sus pinos verdes, algunos eran mas bien blancos, y habían muchos niños, algunos que pertenecían al barrio, otros que simplemente estaban allí visita. El tren estaba mas lleno que otras veces, la ciudad festejaba su bicentenario y en enero una gran feria recibiría a propios y a extraños. Martina no había nacido en aquella ciudad, años atrás una desgracia la obligo a salir de su tierra y a refugiarse en un lugar donde no tenia amigos y mucho menos familia, pero era el lugar mas seguro para encontrar refugio. Muy poca gente la conocía, y quienes sabían de ella poco conocían de su vida.
Martina era enfermera, tenia una vida tranquila, no tenia vida social, pero si una gran vocación de servicio. La noche antes de navidad a Martina le había tocado guardia en el pabellón de maternidad, aquella misma noche una mujer había dado a luz y murió minutos antes que su hijo comenzara a llorar. En la documentación de la mujer salía un nombre escrito en ruso por lo que Martina decidió pretender que la madre de la criatura se llamaba Tatiana, poco después se entero que la mujer había sido hallada junto a un basurero a pocas cuadras del hospital y había sido ingresada como NN debido que en la policía no había un solo oficial que supiera o por lo menos entendiera el ruso. Tatiana había sido raptada en Moscú por un grupo de centroamericanos que traficaban con órganos humanos, pero uno de ellos la violo luego de mezclar drogas y licor, y cuando había llegado al orgasmo murió de un infarto.
Durante los primeros ocho meses había sido atendida en un convento, pero antes de llegar al noveno mes logro huir del lugar y cerca del basurero unos policías la encontraron desmayada. Tatiana había dado a luz un niño, y Martina era la única que se encontraba en aquel pabellón por lo que decidió que ella debía hacerse cargo de la criatura. Para Martina aquella criatura no solo era un pobre huérfano, sino que pronto se convertiría en el motivo de su existencia. Luciano, así fue como lo llamo Martina, era un niño hermoso, pero al mismo tiempo algo extraño. Pero aun así Martina decidió hacerse cargo de aquel niño y afrontar todo lo que fuese necesario. Los años fueron transcurriendo casi sin que la propia Martina se diera cuenta, al principio Luciano se había convertido en el blanco de las burlas no solo de los compañeros del colegio sino de los vecinos de la cuadra, todos notaban lo extraño y poco común de su actitud.
De pequeño Luciano no podía defenderse de quienes lo molestaban, pero llegando a la adolescencia una extraña actitud violenta poco a poco se fue apoderando de él sin que Martina ni nadie lo notara. Con su madre Luciano era muy dulce y servicial, pero con los niños su actitud era totalmente opuesta. Lo que Luciano le hacia a sus compañeros en ningún momento llego a saberlo Martina hasta unas navidades, las cosas comenzaron a tomar un tono realmente macabro y dantesco. Pero el pánico se vio en el rostro de las personas el 24 de diciembre temprano en la mañana cuando los niños comenzaron a desaparecer sin motivo aparente. La policía considero la posibilidad de que un depravado sexual había raptado a los pequeños. El problema es que no habían pistas, ni signos que los niños hubiesen sido sacados de sus camas violentamente. Para la policía el plagiario había actuado con gran astucia.
La policía comenzó a investigar a todos los que podían ser sospechosos, como por ejemplo: al dueño de la sastrería, quien regañaba a los niños cuando hacían ruido frente a su negocio, al lechero que era bisexual y se presumía que tenia una relación adultera con la alcaldesa y con el gobernador de la ciudad, también se sospechaba que estaba involucrado el gerente del banco a quien le habían descubierto en su oficina vídeos del lechero teniendo intimidad con el gobernador y la alcaldesa. Todos eran sospechosos, pero contra ellos no habían pruebas. Para la policía resulto extraño que el único niño que no había desaparecido era Luciano, quien nunca entro en la lista de sospechosos de la policía. En el transcurso de aquel día todos los sospechosos fueron interrogados, pero todos presentaron sus coartadas. La policía estaba realmente confundida, habían ocho niños desaparecidos, la personas que los había raptado no se había comunicado con los padres para pedir un rescate.
Aquella noche los padres comenzaron a recibir unos regalos, unas cajas medianas todas con la mismas características, cajas forradas de rojo con cintas plateadas y una pequeña tarjeta que decía: Han regresado. Cuando las cajas son desarmadas, los padres de aquellos niños jamas imaginaron que tan macabro seria lo que hallarían en el interior, las cabezas de sus pequeños hijos, si, los niños habían sido degollados y quien quiera que hubiese sido el sangriento asesino había enviado como si se tratase de un souvenir las cabezas de sus víctimas como regalo navideño a sus padres, haciendo de aquel día una pesadilla de la cual jamas se olvidarían. Los niños muertos, y el asesino suelto, poniendo en peligro a quien sabe cuantas mas criaturas. Martina quien había escuchado lo que había pasado con los niños comenzó a sospechar de la extraña actitud de Luciano, pero decidió no comentar nada. En los últimos días Luciano se había refugiado en el sótano de la casa y con una actitud siempre sospechosa, por lo que Martina decidió hacer averiguaciones por su propia cuenta.
En el sótano Luciano había armado su propia morgue, y entonces Martina estaba con la difícil decisión entre callar y proteger a su hijo, o ir a la policía y decir lo que había visto y las sospechas de que su hijo tenia sus manos metidas en aquel grotesco crimen. Cuando Luciano descubre que Martina estaba al tanto de lo que el tenia oculto en aquel sótano decide callarla para siempre. El 25 de diciembre la policía recibe una sospechosa caja de regalos, similar a la que los padres de las víctimas recibieron, cuando la policía abre la caja, era la cabeza de Martina. Con aquel grotesco regalo navideño la policía dirige sus investigaciones donde nunca imaginaron, a donde Luciano. Un extraño olor obligan a la policía a bajar al sótano y descubren que allí, oculto, tras unos pasillos, estaba la pequeña morgue que aquel joven de 15 años había acondicionado para sus orgías de sangre que habían provocado una autentica pesadilla navideña.
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