Aconteció en un pueblo de Toledo, una madre que quiere sanar a sus hijos enfermos, y para ello hace el mal. Aún hoy hay quienes justifican esta acción; “¿Qué madre no lo haría?, dicen algunos. En España y en otros países hay listas de mujeres que se dedicaron al arte del vampirismo, al arte de extraer sangre. Se trata de La Puebla Nueva, en Toledo, el lugar donde se desarrollo uno de esos relatos de terror que no son fruto de la imaginación, un hecho macabro que aún hoy causa escalofríos.
Durante meses Eugenia Cantero contemplo impotentemente como sus hijos se debatían en una lucha agónica contra la tuberculosis, y poco a poco la muerte se los fue arrebatando sin que nadie pudiera poner remedio. En agosto de 1902, sus hijos mayores fallecieron y las dos hijas que le quedan comienzan a dar muestra del inevitable avance de la enfermedad, y sabe que si no hace algo también perderá a sus hijas.
Entonces decide robarle la vida a una niña sana para tratar así de devolverles la salud a sus dos hijas. Le golpea el cráneo con una piedra, y le hace una profunda herida en el cuello.
Sus hijas muy debilitadas beben con dificultad la sangre caliente convencida que con esto se curarían. Terminado el tratamiento le corta las piernas al cadáver y abandona el cadáver mutilado en un descampado. Eugenia piensa que si sus hijas se recobran el sacrificio habrá valido la pena, pero es apresada, y en prisión recibe la terrible noticia de que sus hijas han muerto. Su transformación en vampiro no ha servido para nada, recuperada la conciencia humana tal vez le vendrán los remordimientos, había asesinado a una niña inocente en vano y tendría que cargar con la culpa hasta el dia de su muerte.
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