No hay mejor sinónimo de democracia que los partidos políticos, que garantizan el derecho de los ciudadanos a decidir a sus gobernantes, a quienes deben de representarnos como ciudadanos y como población civil. La forma como en Colombia se maneja el sistema electoral es quizás lo más alejado a una verdadera democracia, ya que detrás de cada votación existen intereses económicos, de caciques políticos que ven en la labor de servir la gallina de los huevos de oro para mantenerse en el poder, y se convierten prácticamente en la vaca sagrada con la cual nadie se mete, con quien nadie pelea porque son una figura mesiánica que pretende que va a salvar el mundo cuando la verdad es otra. Días antes de las elecciones el CNE (Consejo Nacional Electoral) anuló unos 1.600.000 inscripciones de cédulas por transhumancia cometiendo una serie de injusticias. En Bogotá habilitaron aquellas cédulas que habían anulado de forma injusta, pero el resto del país no corrió con la misma suerte.
La compra ilegal de votos es el pan de cada día de los candidatos políticos del Sistema Electoral colombiano donde es el que más pague el que llegar al poder político, que se concentra en esa misma y eterna élite, en esos mismos que ven la política como el negocio, no como una forma de servir a la comunidad. Los partidos en Colombia ya no son el sinónimo de una democracia en donde el pueblo elige a quienes quieren que los representen, ahora son la excusa perfecta para enriquecerse a costa del pueblo, y aquellos políticos (aunque pocos) que quieren servir, que quieren cambiar la mentalidad del colombiano entorno a la política tiene que sudar para conservar la curul, mientras que otros las mantienen con toda suerte de trampas, y manipulaciones minando las libertades del ciudadano, que ya no vota por el candidato que mejor propuestas tenga sino por el que le paga para que voten por él, aquel que por medio de amenazas de dejar a la persona sin empleo lo obliga a votar por un candidato en particular.
La democracia no solamente se encuentra en el derecho que tenemos los ciudadanos de votar, algo que a la vez es una obligación, una verdadera democracia se encuentra en que el ciudadano vote a consciencia, sin que factores externos lo obliguen a votar por uno u otro candidato, por miedo o porque simplemente le han dado un dinero a cambio de un voto. La democracia no está en transportar gente de una ciudad a otra para que voten por un candidato, no está en cometer delitos para que un candidato llegue al poder, la libertad de votar debe ser total, y no debe depender la decisión en el lazo de amistad o familiar que tenga la persona, sino en que tanto puede beneficiar este candidato al ciudadano, no al individuo, en que tanto puede beneficiar a la cuidad, a la comunidad y no intereses personales. Por esto hago un llamado a que cambiemos nuestras expectativas a la hora de decidir por quién votar, el político como ser humano que es, es cambiante, fallan y cometen errores, no los veamos como seres mesiánicos sino como alguien que nos va a representar y que debe garantizar el cumplimiento de nuestros derechos, que están descritos en la norma de normas, el texto constitucional.
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