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sábado, 19 de septiembre de 2015

El Gran Terremoto

Han pasado 30 años de un fatídico acontecimiento, que marco la historia de Mexico, una historia que ha estado ligada al fenómeno sísmico desde  civilizaciones anteriores a la conquista. Sin embargo no hay referentes historicos de sismos ocurridos anteriores al siglo XX. 

El primer temblor de gran intensidad ocurrió el 7 de junio de 1911, que se produjo cuando Francisco I. Madero hacía entrada a la capital. Este temblor afectó la región situada entre los estados de Jalisco y Colima, dejando un saldo de mas de 45 víctimas mortales, desapareciendo del mapa el municipio de Ciudad Guzmán.
Años mas  tarde el 28 de julio de 1957 se registró en la Ciudad de México, un temblor de magnitud 7.7 cuyo epicentro se localizó frente a las costas de Guerrero. Este sismo se  recuerda como "el sismo del Ángel", porque a causa del movimiento se cayó dicha estatua que corona la Columna de la Independencia. El saldo total de dicho terremoto fue de 52 muertos, 569 lesionados, más de 100 derrumbes y pérdidas materiales calculadas en 100 millones de pesos mexicanos de aquella época.

Del terremoto de 1985 existen antecedentes que hicieron todo esto aun más difícil para el pueblo mexicano como que la  FIFA habia designado a Mexico como la sede de la XIII Copa Mundial de Fútbol para la competencia internacional de 1986. Pero en aquel momento  México enfrentaba la crisis económica de 1982, y era entonces presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado, quien propuso un Programa Inmediato de Reordenación Económica, para combatir la inflación, proteger el empleo y recuperar las bases de un desarrollo sostenido, eficiente y equitativo. Pero la inflación se incremento en 1983 a una tasa anual del 117% y en 1984 sufrio un descenso del 60%. En aquel mismo año de 1984 llegó a perder de forma temporal  la mitad del mercado petrolero. Además de los problemas con los cuales que el país 

El terremoto del 19 de septiembre de 1985, se recuerda como el más mortífero y destructivo que se ha registrado en la historia de la ciudad de México. El epicentro se localizó en las costas de Michoacán y Guerrero, rotura del contacto entre las placas de Cocos y de Norteamérica, en una extensión de 50 km x 170 km y unos 18 km de profundidad. Su magnitud fue 8.1, según informó el Instituto de Geofísica de la UNAM, con una duración de casi cuatro minutos, de los cuales, un minuto y treinta segundos corresponden a la etapa de mayor movimiento.

Los edificios se desplazan de los cimientos, causando grietas visibles en el suelo y destruyendo las Tuberías subterráneas. A pesar de la gran distancia focal (370 Km) que atenúa fuertemente las ondas en roca, los efectos de sitio en la ciudad las amplificaron dramáticamente, principalmente en ciertos rangos estrechos de frecuencia de vibración. Debido a la estratigrafía profunda del Valle de México, las ondas que llegaron a la superficie superior rocosa tenían en comparación con temblores en otros sitios, un contenido excepcionalmente alto de energía en un intervalo de frecuencias que abarca justamente aquellas que más amplifican las arcillas del valle.

Aquella mañana, un trágico despertar dejó a su paso: muertos, heridos, desaparecidos, damnificados, edificios públicos, privados y casas habitacionales destruidas; inmuebles en peligro de caer; interrupción en el servicio de agua, energía y teléfonos; fugas de agua y gas; múltiples rupturas en el asfalto y la paralización total en el servicio de transporte colectivo.

Por todos lados surgieron brigadas de rescate de aquellos que desinteresadamente ofrecieron algo más que sus propias manos. Crecía a cada momento la incertidumbre y luego la desesperación, no había picos, ni palas, ni marros, mucho menos maquinaría o aparatos especiales para las labores de salvamento; hospitales y ambulancias no se daban abasto, mientras que la escasez de medicamentos y sangre tuvieron como consecuencia la pérdida de muchas vidas que pudieron ser salvadas.

Entonces aparecen las primeras respuestas a la desgracia: se desborda la generosidad y el apoyo internacional. El presidente de Cuba, Fidel Castro, fue uno de los principales; le siguieron dirigentes de la ONU y los presidentes de Argentina, Colombia, Estados Unidos, España, Nicaragua y Venezuela (entre otros).

La noche del jueves miles de habitantes del Distrito Federal, atemorizados ante la posibilidad de un nuevo temblor, durmieron fuera de sus casas en albergues improvisados y campamentos ubicados en parques, camellones, aceras y, en menor medida, en instalaciones públicas.



 

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