Thomas
Edison argumento que la corriente alterna era un sistema peligroso y recalco
los accidentes que habían sufrido los trabajadores de Westinghouse, así como
los incendios ocasionados por cortos circuitos, ello supuso un importante
mensaje ya que en 1880 mucha gente aun estaba aterrorizada por la electricidad,
ya que era capaz de electrocutar e incluso matar en un instante aunque aún no
se llegaban a comprender las razones por las cuales sucedía aquello. Para muchos
la idea de transportar a este asesino por medio de tuberías hasta sus hogares
resultaba completamente absurda, por lo que el arma utilizada en la era de las
corrientes fue el miedo.
Y un
dentista y empírico ingeniero eléctrico Harold P. Brown estaba a punto de
llevar la lucha con la corriente alterna a una dimensión completamente nueva,
iba a poner en práctica una de las campañas publicitarias más radicales y
negativas de la historia. Brown había concebido un modo único y teatral de
demostrar el poder mortal de la corriente alterna y estaba deseoso de
compartirlo con el mundo, así es que en una calurosa tarde de verano de julio
de 1888 reunió a los mejores ingenieros y reporteros del país para que
presenciaran un espectáculo que nunca olvidarían.
Harold
Brown paso de electrocutar perros a animales más grandes por una razón,
demostrar que la corriente alterna era más peligrosa que podía matar a
cualquier animal incluso a los humanos. Los experimentos de Brown consiguieron
persuadir a los políticos estadounidenses de que el método más humano para
ejecutar a los condenados a muerte era la corriente alterna generada por las
maquinas de Westinghouse. Los abogados de Edison llegaron a sugerir un nuevo
termino para describir la muerte por electrocución, su propuesta Morir a lo Westinghouse.
Fue a
las 6:32am del 6 de agosto de 1890 en Nueva York , un hombre de 45 años llamado
William Kemmler era atado con correas a una silla de madera y conectado a dos
electrodos húmedos cuidadosamente adheridos a su cuerpo, ante la mirada expectante
de 26 funcionarios y médicos que observaban desde una habitación contigua la ejecución
de William Kemmler.
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