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jueves, 30 de agosto de 2012

Harold P. Brown, el dentista que invento la silla eléctrica


Thomas Edison argumento que la corriente alterna era un sistema peligroso y recalco los accidentes que habían sufrido los trabajadores de Westinghouse, así como los incendios ocasionados por cortos circuitos, ello supuso un importante mensaje ya que en 1880 mucha gente aun estaba aterrorizada por la electricidad, ya que era capaz de electrocutar e incluso matar en un instante aunque aún no se llegaban a comprender las razones por las cuales sucedía aquello. Para muchos la idea de transportar a este asesino por medio de tuberías hasta sus hogares resultaba completamente absurda, por lo que el arma utilizada en la era de las corrientes fue el miedo.
Y un dentista y empírico ingeniero eléctrico Harold P. Brown estaba a punto de llevar la lucha con la corriente alterna a una dimensión completamente nueva, iba a poner en práctica una de las campañas publicitarias más radicales y negativas de la historia. Brown había concebido un modo único y teatral de demostrar el poder mortal de la corriente alterna y estaba deseoso de compartirlo con el mundo, así es que en una calurosa tarde de verano de julio de 1888 reunió a los mejores ingenieros y reporteros del país para que presenciaran un espectáculo que nunca olvidarían.
 El plan de Brown era extremadamente macabro, llegando a pagarle a una banda callejera para que reuniera a los vagabundos de Manhattan para su demostración, una vez en el escenario se dirigió a su público y dijo: “Los he reunido hoy para que presencien una demostración experimental de la electricidad”. La demostración de Brown consistió en electrocutar a unos perros con el fin de demostrar que la corriente alterna los mataba más rápidamente. Y es que no solo fueron perros, sino además corderos y caballos.
Harold Brown paso de electrocutar perros a animales más grandes por una razón, demostrar que la corriente alterna era más peligrosa que podía matar a cualquier animal incluso a los humanos. Los experimentos de Brown consiguieron persuadir a los políticos estadounidenses de que el método más humano para ejecutar a los condenados a muerte era la corriente alterna generada por las maquinas de Westinghouse. Los abogados de Edison llegaron a sugerir un nuevo termino para describir la muerte por electrocución, su propuesta Morir a lo Westinghouse.
Fue a las 6:32am del 6 de agosto de 1890 en Nueva York , un hombre de 45 años llamado William Kemmler era atado con correas a una silla de madera y conectado a dos electrodos húmedos cuidadosamente adheridos a su cuerpo, ante la mirada expectante de 26 funcionarios y médicos que observaban desde una habitación contigua la ejecución de William Kemmler. 

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