Un caso que
conmociono a la nación norteamericana en a finales de la década de 1920 cuando
un vagabundo llamado Connie Franklin testifico en un juicio por asesinato. Todo
comenzó en enero de 1929, cuando Connie Franklin se traslado al pueblo de St.
James en Stone County, Arkansas. Aquel joven de 22 años pronto consiguió un
trabajo cortando madera en una granja. Poco después de su llegada a Arkansas comenzó
a cortejar a una joven de 16 años llamada Tillar Ruminer. En marzo de aquel
mismo año, Connie Franklin desapareció, y luego de una exhaustiva investigación
el Sheriff Sam Johnson presento a Bertha Burns y Tillar Ruminer como evidencia
ante el jurado, pero no se tomo ninguna medida.
No fue hasta otoño de
1929 cuando Bertha Burns se contacto con el Sheriff Johnson asegurándole haber
encontrado un sombrero ensangrentado que supuestamente pertenecía a Franklin, Burns
había entrado en contacto con Sheriff Johnson, con quien fue a un pozo de
cenizas alegando que allí podría encontrarse una evidencia del asesinato de
Franklin. En aquel pozo el Sheriff Johnson encontró lo que pudieran ser unos
fragmentos de huesos y dientes, que fueron llevados a medicina legal donde el
Dr. CW Garrison determino que al menos uno de los fragmentos hallados en aquel
pozo pertenecía a un cráneo humano. Meses después, Johnson recibió una nota que
le proporcionaría algunas pistas que lo llevarían a la verdad.
El supuesto Connie Franklin fue examinado, y conocidos aseguraron que ese no era Franklin, que en realidad era conocido como Rogers, pero Tillar Ruminer y su padre aseguraron que aquel hombre no era Connie Franklin, y mantuvieron esta respuesta incluso durante el juicio que se estaba siguiendo. Rogers pudo identificar a Tillar Ruminer y al padre de esta, mientras que otros en la comunidad, incluso los acusados, aseguraron que Rogers y Franklin eran la misma persona.
El caso comenzó a
complicarse cuando se descubrió que el hombre que hacía llamarse Connie
Franklin se llamaba en realidad Marion Franklin Rogers, que tenía una esposa y
que era padre de cuatro hijos. En las investigaciones salieron hechos como que
en 1926 Marion Franklin Rogers había sido internado en un hospital psiquiátrico
de donde se había escapado tres meses después. Después de un arduo trabajo
investigativo el Dr. JE Luther confirmo que a través de la comparación de sus
registros de los hopitales Marion Franklin Rogers era Connie Franklin. Los restos
óseos que se habían presentado en el juicio perdieron valor, pero Tillar
Ruminer insistia que Connie Franklin y Connie Franklin no eran la misma persona
y relato su versión de los hechos.
La defensa también
alegó que los enemigos de los acusados habían utilizado la desaparición de
Franklin, para acusarlos de asesinato, incluyendo la colocación de huesos de
animales en una fogata en el bosque. En el extremo, el juicio duró dos días. El
Juez S.M. Bone dijo al jurado que el juicio ya había costado al condado. Al día
siguiente, se emitió un veredicto de “no culpable”. En diciembre de 1932, tres
años después del juicio, Rogers fue encontrado muerto tirado al lado de una
carretera en las afueras de Clarendon, AR. Los informes médicos mostraron que
tenía apendicitis.
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