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sábado, 28 de marzo de 2015

Reflexión: Detrás de la Mascara

La sociedad se ha acostumbrado a justificar todo con enfermedades, con trastornos, por la pereza quizás de no darle a las cosas el nombre que le corresponden, o el miedo a lastimar a otros. Un psicopata comienza cuando un niño lastima a las mascotas y los padres lejos de reprenderlo se lo celebran pensando que es algo que eventualmente pasara. Cuando a un niño no se le corrige, este asume que lo que esta haciendo es lo correcto y pasará de ser un simple juego de niños a una cadena de comportamientos que no solo afectan de una forma significativa al sujeto en cuestión, sino que pone en peligro a las personas que están a su alrededor, y será demasiado tarde. Es difícil distinguir a un psicopata puesto que estos se ocultan tras una mascara que los hace casi que imperceptibles, pero acuerdo con Robert Hare, quien es una autoridad mundial en psicología criminal y profesor de UBC (University of British Columbia) en Vancouver, señala que la única característica ineludible en un psicópata “es que carecen de emociones, de la capacidad de situarse en el lugar de otra persona para siquiera imaginar su sufrimiento”.

Así mismo un psicópata busca entrar en el cerebro de su víctima hasta intentar imaginar lo que piensas, pero nunca podrá llegar a comprender cómo se siente. Incluso está demostrado que un psicópata puede llegar a relacionarse social o intelectualmente, pero siempre viendo a las personas como objetos, es decir, como un medio mas no como un fin, quitandole a los individuos los atributos de persona para valorarlo como cosa. La psicopatía es la anomalía psíquica, un trastorno antisocial de la personalidad, por la que, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece.

Las causas que se han encontrado indican que por ser  individuos relativamente insensibles al dolor físico, rara vez adquieren miedos condicionados, tales como el miedo a la desaprobación social o a la humillación, miedo que restringirían sus malas acciones y les darían un sentido del bien y del mal. El psiquiatra norteamericano Hervey M. Cleckley, pionero en la investigación sobre psicopatía, distinguió tiempo atrás en 1941, en su reconocido libro La máscara de cordura, cuatro subtipos diferentes de psicópatas:

En primer lugar se encuentran los  PSICÓPATAS PRIMARIOS no responden al castigo, a la aprehensión, a la tensión ni a la desaprobación. Parecen ser capaces de inhibir sus impulsos antisociales casi todo el tiempo, no debido a la conciencia, sino porque eso satisface su propósito en ese momento. Las palabras no parecieran tener el mismo significado para ellos que el que tienen para nosotros. No siguen ningún proyecto de vida, y parece como si fueran incapaces de experimentar cualquier tipo de emoción genuina.

En segundo lugar se encuentran los  PSICÓPATAS SECUNDARIOS son arriesgados, pero son individuos más proclives a reaccionar frente a situaciones de estrés, guerreros, y propensos a la culpabilidad. Se exponen a más estrés que la persona promedio, pero son tan vulnerables al estrés como la persona promedio. Son gente audaz, aventurera y poco convencional que comenzó a establecer sus propias reglas de juego a temprana edad. Son conducidos fuertemente por un deseo de escapar o de evitar dolor, pero también son incapaces de resistir a la tentación. Tanto los psicópatas primarios como los secundarios están subdivididos en:

Los PSICÓPATAS DESCONTROLADOS: los que parecen enfadarse o enloquecer más fácilmente y más a menudo que otros subtipos. Su frenesí se asemejará a un ataque de epilepsia. Por lo general son también hombres con impulsos sexuales increíblemente fuertes, capaces de hazañas asombrosas con su energía sexual. También parecerían estar caracterizados por ansias muy fuertes, como en la drogadicción, la cleptomanía, la pedofilia, cualquier tipo de indulgencia ilícita o ilegal.

Los PSICÓPATAS CARISMÁTICOS: son mentirosos encantadores y atractivos. Por lo general están dotados de uno u otro talento, y lo utilizan a su favor para manipular a otros. Son generalmente compradores, y poseen una capacidad casi demoníaca de persuadir a otros para que abandonen todo lo que poseen, incluso hasta sus vidas. Este subtipo llega a menudo a creerse sus propias ficciones. Son irresistibles.

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