Circulaba ayer una carta que provoco indignación entre muchos, los comentarios en el periódico digital Hufftington Post de Canadá eran de indignación ante un hecho de gran intolerancia y crueldad. Lo cierto es que todos coincidían en algo y es en el concepto que yo le doy a las cartas anónimas: "son el escudo de los cobardes", porque tras el anonimato se escudan para parecer valientes y al ver el efecto que ha causado la bomba que acaban de activar se escabullen temiendo ser descubiertos.
Con el paso de los años y los avances tecnológicos este escudo del anonimato se vuelve cada vez más impenetrable y el autor de dichas misivas se siente más y más resguardado, confiado de no ser descubierto. El caso relacionado con la carta es de un jovencito de 13 años que es autista y de forma inconcebible fue víctima de la intolerancia y la discriminación por parte de una "madre molesta por sentirse invadida en su paz y la de sus hijos". Esta, como ella misma firma "madre molesta", le hizo llegar a la abuela del jovencito una carta en donde además de reclamarle el ruido que su nieto hacia cuando estaba afuera de la casa, le manifestó de una forma inhumana su intolerancia, practicamente deseandole la muerte a este niño.Y cuando llame inconcebible a este caso, es porque la discriminación y la falta de tolerancia son delitos que ellos consideran graves y por lo tanto el canadiense suele ser amigable, cálido, pero en este caso un niño con condición de autismo fue víctima de esa "excepción", que oculta a un cobarde tras una carta anónima.
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