La muerte a veces es tomada como juego, retar al mal, pensar que tenemos una especie de amparo y que jamas ocurrirá nada...le puede ocurrir a otros, pero a nosotros nada nos pasara. Quizás este fue el caso de un grupo de amigos que confió en su propia fuerza, quizás creyendose casi invendibles, indestructibles. Hay cosas con las que definitivamente no se puede jugar, porque terminan siendo como un gran boomerang. Todo comenzó como una inocente broma de amigos, que sin embargo pudo acabar con la vida de todos. En el Foso del Terror se celebraban misas negras, con un ritual de invocaciones satánicas y la simulación de un sacrificio humano que marco para siempre las existencias de sus protagonistas. Paco Yorka, Felicio Otero, y Pascual Villar eran los relacionistas públicos de un complejo turístico que tenía una famosa discoteca. En una ocasión llevados por el afán de tener emociones fuertes, decidieron celebrar una misa negra en el centro de la pista, y lo hicieron durante todo el verano a pesar de las advertencias se algunos expertos. El propósito central de la misa consistía en la inmolación ficticia de una joven embarazada, de la cual extraerían el supuesto feto para ser devorado por los sacerdotes de la misa negra.
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