Profanar el sueño de los muertos trae mala suerte porque los muertos son dueños de un secreto que no quieren revelar. En 1931 un hombre creyó haber entrado casi por accidente en la antesala del mismísimo infierno, había descubierto varias momias en el interior de una antigua cripta. Exactamente un mes después de aquel descubrimiento, Victor Pérez falleció en extrañas circunstancias originando así la leyenda de la maldición de las momias de Cuencas.
Mes de abril, año de la segunda república, la familia Torrealba había decidido ampliar parte de su finca en Santa Cruz, son las 4pm cuando el obrero Victor Perez pica la pared hasta que encuentra una gran habitación sumida en la mas terrible oscuridad, escucha crujidos de huesos bajo sus pies y toca lo que llega a identificar como la cabeza de una imagen religiosa sin embargo cuando su compañero le ilumina el lugar, Víctor descubre que se encuentra rodeado de montones de cráneos y esqueleto, varios cuerpos momificados lo observan en silencio con los ojos de la mismísima muerte como si estuviesen aguardando su llegada durante mucho tiempo. Victor huyo del lugar completamente atemorizado por su descubrimiento, sin él saberlo, aquella experiencia había marcado su destino de forma trágica.
Aquellas momias se encontraban en el punto de mira de los principales medios
impresos españoles, algunos incluso llegaron a hablar de maldición, ademas todos
analizaban el perfecto estado de los cuerpos y se preguntaban "¿A quienes
Pertenecieron?". A raíz del descubrimiento, la familia Torrealba se había adueñado de aquellas momias guardándolas en su casa durante varios años. Doña Antonia Soria, la Santera de San Isidro decidió cuidar a las momias como si
fuesen sus propios hijos. Durante las horas que pasaba con las momias se dedicaba a tallar pequeñas calaveras inspiradas en las momias.
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