El nazismo fue una de las mayores catástrofes que ha asolado Europa desde los tiempos de la peste negra, dejando a su paso continente devastado y millones de muertos, sin embargo pocos saben que tras aquellos acontecimientos históricos hay una trastienda donde la irracionalidad y la magia son las protagonistas en un mundo de ocultismo, superstición y sociedades secretas. Desde el principio los altos mandatarios nazis frecuentaban a toda clase de ocultistas, magos y videntes, el más importante de ellos Jan Erik Hanussen, uno de los personajes más extraños de los primeros años del nazismo.
Luego de vaticinar en una sesión de espiritismo el incendio del parlamento alemán ordenado por Hitler con la intención de culpar del hecho a los comunistas Hanussen fue asesinado por sus propios compañeros; al principio fue reportado como desaparecido, a los pocos días su cuerpo fue hallado no muy lejos del lugar donde fue presuntamente asesinado. Las inquietudes ocultistas de los dirigentes quedaron fielmente plasmadas en el que fuera su principal instrumento de terror, las SS, una organización esotérica creada a imagen y semejanza de las antiguas ordenes de caballería.
Una de las características más importantes del periodo de gobierno de Hitler en Alemania fue el aumento de las creencias de la existencia de la magia y las practicas esotéricas. Se decía que Hitler perseguía con verdadera ansia un objeto de poder, un objeto que era la lanza de longinos, la misma que perforo el costado de Jesús de Nazaret en la crucifixión. Aquella daga un tanto oxidada había pasado por varios puntos, y se había convertido en el más grande deseo de muchos dictadores.
La verdad es que la historia de los objetos sagrados llamo mucho la atención de los jerarcas nazis, convirtiéndose en una zona ensombrecida de la historia, de sus expediciones, la búsqueda del grial, e incluso la muerte de oficiales nazis durante las operaciones tratando de hallar aquel tesoro, y aquello que les atraía no era solo el valor material sino el poder que en ella estaba oculto, que les haría invencibles en su cometido por dominar al mundo.
Adolf Hitler estaba fascinado por las artes oscuras, y esto fue asociado cuando los médicos militares rusos examinaron los restos carbonizados de Hitler en el bunker de Berlín en mayo de 1945, hicieron un curioso descubrimiento, Hitler era monorquídico, es decir, solo tenía un testículo. Resulta muy extraño que esta particularidad no hubiese sido objeto, por lo menos, de rumores, tratándose de un personaje tan público.
Existe una intima relación de aquel defecto congénito del Führer que lo llevara a sentir una gran atracción por las ciencias ocultas, y a la vez su bien conocida obsesión por la música de Wagner, quien en uno de sus temas exaltaba a los caballeros teutónicos y a la raza aria. Muchos hablaban de Adolf Hitler como un mago negro, un auténtico hechicero del siglo XX.
En medio de aquel clima de fanatismo e irracionalidad, no es de extrañarse que en la Alemania nazi tuviesen éxito las doctrinas científicas más extravagantes. En aquel movimiento mas religioso que político, los historiadores aun se preguntan, ¿Cómo es posible que en el país más culto y avanzado de aquella época fuera invadido en apenas unos años por aquella espiral de irracionalidad?, fue sin duda una fiebre por lo mágico y lo ancestral.
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