Todo comenzó cuando los hombres de aquella aldea son reclutados para luchar. No muy lejos de aquella aldea se habían establecido unos campamentos para prisioneros. Los prisioneros rusos tenían que ayudar a las mujeres en las labores del campo, y así comienzan a tener amistad con ellas, que en muchos casos terminaron en romances. Cuando los maridos de estas mujeres regresan se dan cuenta de que algo había cambiado, sus mujeres habían adquirido una libertad que no tenían, sobretodo porque muchas de ellas se habían casado por contrato, por lo que no estaban enamoradas de sus maridos. Con estos presos rusos habían hallado aquella libertad tan deseada y el amor en muchas ocasiones, dándose la situación de que no querían terminar con estas relaciones que habían mantenido durante la ausencia de sus maridos, pero ahora sus maridos se encontraban de regreso, muchos de ellos mutilados, otros enfermos y ciegos.
Los maridos habían visto de todo durante la lucha por lo que habían llegado a sus casas muy agresivos y maltrataban a sus esposas. Había un personaje extraño, una comadrona, que durante tres años había estado ayudando a las mujeres a dar a luz e incluso a realizar abortos, por lo que había sido arrestada en diez ocasiones para luego ser liberada. Julia Fazekas, era una mujer con un aspecto brujeril, pero al igual que a las comadrones de la época, era respetada y considerada sabia. Julia realizaba toda clase de medicamentos para curar enfermedades ya que no había médicos por la zona. Cuando una de las mujeres se queja con Julia por el maltrato del que era víctima por parte de su marido, esta decide fabricar un veneno extraído de las cintas usadas para pegar moscas, esta substancia no era otra que arsénico. Este veneno debía de ser ingerido por el marido en alguna bebida caliente, de tal forma que no notara el sabor e ir envenenándolo paulatinamente.
Desde 1914 a 1929, estas mujeres no solamente asesinaron a sus maridos sino a sus padres, hijos y conocidos, llegando a asesinar a más de 300 personas. Parecía un síndrome de locura colectiva, el hecho de envenenar se había convertido en el pasatiempo de las mujeres en aquella pequeña aldea. Entre ellas mismas llegaron a llamarse “Las Fabricantes de Ángeles”. Llega un momento en que la policía alarmada por tantas muertes, que deciden investigar qué es lo que realmente sucede, pero solo se toparon con actas de defunción que indicaban muertes por causas naturales y accidentes, y es cuando uno de los maridos se da cuenta que lo estaban tratando de envenenar, se dirige a las autoridades a denunciar el intento de homicidio, especialmente a Julia Fazekas, quien lo niega todo, y ante la falta de pruebas, pero seguros de su culpabilidad, la policía la deja libre con el objetivo de tenderle una trampa, cuando ella pone en sobre aviso a sus clientas y cómplices, la policía detiene a 50 mujeres, pero solo 26 de ellas van a juicio cuando encuentran pruebas.
Se realiza una exhumación de cadáveres en donde en efecto, encuentran arsénico. Luego del juicio algunas de ellas son ejecutadas. 8 sentencias de muerte, incluyendo la de Julia, quien se salva de ser ahorcada ya que cuando la policía allana su domicilio la encuentran muerta, había decidido suicidarse bebiendo de su propio veneno, 7 cadenas perpetuas, y el resto, varios años de prisión. Entre las más celebres de las condenadas estaba Rose Hoyba, quien descaradamente confesó haber asesinado a su marido por “aburrido”. Los cuerpos de las 8 mujeres ahorcadas permanecieron colgados durante horas en la comunidad de Nagryév como muestra del horror que se había vivido en aquel lugar.
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