Eran las 4 de la tarde, un día de abril de 1979, una excursión de niños en un bus escolar en pocas horas se convirtió en un viaje hacia la muerte y hoy día es un sitio marcado, Santa Cristina de la Polvorosa, provincia de Zamora. Un puente y un río, nadie olvida los ecos de aquella tragedia que siguen presentes, sobrevolando la zona, hay quienes dicen que pasan cosas, que ocurren incidentes difíciles de explicar. Aquel era un viaje de risas e ilusiones que se trunco en el río Órbigo. Roberto García tenía 12 años y aun no ha podido olvidar aquella trágica tarde, cuando él iba en la segunda fila de asientos, justo en la entrada de Santa Cristina, el bus que lo transportaba junto a otros 48 compañeros mas pierde el control.Llevaban apenas de recorrido 3 km desde la primera parada que hicieron. Algo inexplicable ocurre en el interior del bus, un error humano, o un exceso de velocidad, hacen que el conductor choque contra una barra de contención, acto seguido derrapando y con las ruedas delanteras bloqueadas, el vehículo atraviesa la calzada y rompe el pretil izquierdo para saltar al vacío, cayendo boca abajo convertido en un ataúd mortal para todos los ocupantes.
El infortunio hace que se incruste en un pozo de unos 8 metros de profundidad justo debajo del puente de piedra, el caudal del río es
Los informes oficiales del río Órbigo, es la primera vez que ven la luz, datos, cifras, un espanto difícil de imaginar en toda su magnitud. 47 cuerpos, entre maestros y alumnos quedaron varados en el río, para siempre, solo 9 niños que volvieron a nacer aquella misma tarde. Al otro lado del puente un sonido extraño despierta a toda la población, hombres, mujeres, niños corren a la rivera del río, y lo que contemplan les perseguirá desde entonces y para toda la vida como la más desgarradoras de las pesadillas. Es el momento de los héroes y de las reacciones inesperadas. Ante los gritos de los niños en la mitad del agua turbia, los habitantes de Santa Cristina, y algunos sin saber nadar se arrojan al río sin vacilaciones por un impulso humano, con un único objetivo, salvar vidas jugándose las suyas. Órbigo, el río de la vida y muerte, repleto de remolinos, de corrientes traicioneras, de pequeñas cimas, pero de considerable profundidad donde quedaron muchos cadáveres. Pasaban las semanas y algunos cuerpos aún no se recuperaban. El campamento de rescate había recogido los bártulos y los padres enlutados esperando recuperar los cuerpos inertes de sus hijos. En ese mismo lugar se escribió la historia del niño Cristóbal Pérez de 12 años, el último niño en aparecer junto a una chaqueta y unas postales que habían comprado en el Museo del Prado, esa misma noche una mano anónima deposito un puñado de rosas en aquel mismo lugar.
Con el paso del tiempo han quedado dos marcas indelebles: (1) el enigma permanente sobre las causas del accidente, se habla de los juegos de los niños echando polvo pica pica, pero luego esta teoría fue descartada. (2) El enigma en forma de recuerdo, de pesadilla constante, de imagen que no se despega del alma de quienes presenciaron el infierno en forma de río.
Ha pasado ya mucho tiempo, mas de 30 años, pero nadie olvida que bajo el puente sobre el río Órbigo se vivió una tragedia que serán por siempre escenas imborrables. Ambas localidades, Vigo y Santa Cristina de la Polvorosa, de donde procedieron las victimas, se hermanaron y lo hicieron con un bello signo, el mítico e inmortal Cruceiro. Pero hay quienes dicen que los ecos, las risas y los llantos siguen presentes y no solamente en la vieja piedra.Han pasado mas de 30 años desde el mayor accidente de trafico registrado en España que dejo como victimas a escolares gallegos.
Fue aquel 10 de abril de 1979, cuando un grupo de estudiantes se vieron en la mas cruel de las pesadillas, nueve de ellos volviendo a nacer, los otros 40 perdiéndose irremediablemente en las profundidades de aquel rió lleno de remolinos y corrientes agresivas. Nunca se supo explicar que fue lo que realmente paso en la curva en el momento exacto en que el bus despega de la carretera y cae a un pozo en el interior del río haciendo el rescate de los niños mas difícil.
20 años después, personas que no conocían de la tragedia fueron testigos de cosas inexplicables que pudieran fácilmente calificarse de sobrenaturales. Según el periodista español Francisco Perez Avellan, estos fenómenos no se presentan por la muerte, sino por la perdida instantánea de un montón de vidas juveniles que estallaban de alegría y de pronto desaparecen inevitablemente y ademas de las muertes de muchos de los que trataron de salvar las vidas de los niños, por lo tanto tienen que quedar ecos y marcas de todo tipo.
Pedro (nombre ficticio del testigo, quien prefirió mantenerse en el anonimato) fue testigo en 1999 de fenómenos paranormales a muy pocos metros del lugar de la tragedia. Para aquel entonces Pedro solo tenia 14 años cuando salio con su familia de viaje en una casa-carro rumbo a Galicia. Ni él ni su familia conocían la zona por lo tanto desconocían la historia, cuando a mitad de la noche decidieron parar para descansar y cenar algo. El hermano y el papa de Pedro pasaron la noche en una tienda para acampar mientras que él, sus madre y su hermana durmieron en la casa-carro. A las 3 de la madrugada se escucha desde dentro ruidos como de un perro y la madre da unos golpes desde dentro para espantar al intruso, y como respuesta se comienzan a sentir ruidos golpeando por los laterales del vehículo. Según Pedro eran golpes muy violentos y agresivos, y de pronto comienza a temblar el vehículo. Desde afuera nada se escuchaba, pero cuando comienzan a gritar la madre y la hermana de Pedro, los gritos cesaron casi de inmediato y es cuando el padre y el hermano entran. Cuando la madre les cuenta no ocurrido ellos no creen la historia. A la manana siguiente ven marcas de manos pequeñas por todo el vehículo. Cuando la familia llega a Galicia cuentan su historia y es así como se enteran de la tragedia del bus escolar en 1979.Sol Blanco Soler, periodista y parapsicologa del grupo HEPTA (grupo dedicado a las investigaciones paranormales, poltergeist y fantasmas), asegura que aquellos lugares donde han habido muertes masivas, guerras, tragedias, son aceptadas las impregnaciones por la parapsicología. Aun hoy día se siguen manifestando estos fenómenos. El sacudimiento de la casa-carro podría atribuirsele a un Poltergeist, pero las huellas de las manitas son algo extraño lo que descartaría por completo la teoría del Poltergeist.Probablemente hay algo mas que averiguar, o puede ser que se trate de los mismos golpes que dieron los niños al bus al tratar de salir con vida. También se hablaron de otras tragedias provocadas por la curva cerrada en forma de L, ya que no solamente había sido ese accidente sino otros años atrás. Otros testigos aseguran que a las 3 de la madrugada estos mismos fenómenos se repiten, y Sol Blanco Soler sugiere que se puede tratar o de una cuestión psicológica o del inconsciente colectivo del que tanto hablaba Carl G. Jung.
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