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domingo, 31 de octubre de 2010

El Sillón del Diablo

El Sillón del Diablo
 Aquel sillón que tenía una especie de maldición se había cifrado en muertos. La historia de un hombre que hacia la vivisección (disección cuando el animal o la persona se encuentran con vida). Un hombre que exploraba a algunas de sus víctimas de la forma más terrible, esto se conectaba con la posibilidad de que hubiese un asiento demoniaco que se cobraba las vidas de todo aquel se sentaba en él, y llevaba 3 siglos colgado boca abajo tal como lo decían aquellos que sabían de su oscuro poder.

En la antigua Universidad de Valladolid aún existen manuscritos de la historia de un objeto considerado hoy día en pleno siglo XXI como algo maldito. En tierras ibéricas han existido siempre las creencias de la existencia de objetos malditos y esta creencia es más poderosa en Valladolid como es el caso de “El Sillón del Diablo”. Hay que remontarse al año de 1548, cuando se crea en la Universidad de Valladolid, la primera cátedra de Anatomía en España. Fue Alonso Rodríguez de Guevara, quien llevo a cabo las primeras disecciones humanas en España gracias a un permiso real, y es el primero en enseñar a sus alumnos el arte de diseccionar cadáveres, y gracias a esto todos aquellos que acuden a sus clases son capaces de conocer al detalle el funcionamiento del cuerpo humano. A dicha universidad acudió un joven de origen portugués llamado Andrés de Proaza de 22 años de edad con un gran interés en la anatomía humana, lo que pocos sabían era que el joven de descendencia judía había sido acusado de necromancia meses atrás. 

Universidad de Valladolid
 Cuando los vecinos de De Proaza ponen en alerta a las autoridades de Valladolid por la presencia de luces sobrenaturales en la residencia del joven, además de sangre cerca de la casa. Andrés de Proaza en su afán de conocimiento no se conformaba con lo qué aprendía en la universidad, sino que practicaba la vivisección en el sótano de su casa sobre el cuerpo de un niño de 9 años quien meses atrás había sido reportado como desaparecido; junto al cadáver del infante fue sorprendido por las autoridades de la ciudad siendo arrestado para más tarde ser llevado a juicio donde confiesa haber hecho un pacto con el diablo y es cuando cae en manos del Santo Oficio (La Inquisición), y es condenado a la horca.

Se dice que cuando las autoridades abren el sótano hallan una macabra escena: en una mesa de madera es hallado el cuerpo del pequeño completamente mutilado, con cortes impecables. También son hallados cadáveres de perros y gatos en la misma postura que el cuerpo humano en la mesa. Se supo que durante el juicio confeso que fue desde el sillón de su despacho en el sótano escribía los horrores que cometía al disecar vivas no solamente a las personas sino también a los animales.

Tanto el sillón como sus muebles fueron subastados aunque nadie quiso comprarlos debido a la fama de nigromante de su dueño. Posteriormente paso a ser parte de los almacenes de la Universidad de Valladolid hasta que unos trágicos sucesos obligaron a los directivos a sacar el sillón del recinto educativo. Dos trabajadores se habían sentado en aquel sillón y de forma extraña habían fallecido. Luego de estas dos muertes, el sillón fue colgado boca abajo, como si se tratase de un castigo para toda la eternidad. Hoy día aquel sillón demoniaco se encuentra en una exposición sobre la historia de la medicina en el Palacio de Santa Cruz de Valladolid encerrado en una vitrina para que no pueda provocar más muertes. 

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