" - "Vinieron por los judíos,/ pero como yo no lo era, no me importó./ Vinieron por los comunistas,/ pero como yo no lo era, no me importó./ Vinieron por los curas,/ pero como yo no lo era, no me importó./ Por último vinieron por mí, y ya fue tarde".
(Martin Niemöller)
Tras la masacre de Orlando este fin de semana quedo bastante claro lo mucho que nos hemos demorado en entender la magnitud del peligro que representa la amenaza del islam fundamentalista. Los responsables no son solo jóvenes trastornados y agresivos, ahora se trata de algo mucho peor. Se trata de cómo subestimamos a ese enemigo que creímos indefenso, porque venía vestido de refugiado, de víctima del horror, pero que traía consigo para nuestra sociedad esa violencia que es su forma de vida.
El problema no es solo contra la comunidad LGBT, ni contra los estadounidenses, ni contra los europeos, ni de los latinos. El problema es contra todos a quienes ellos consideran infieles, porque gozan de derechos y libertades que ellos yo no tienen, porque para ellos, todo lo que poseemos va contra sus creencias, entonces quieren imponer el odio, quieren imponer el atraso y el miedo, tirando a la basura las libertades por las cuales murieron nuestros héroes. Nuestros gobernantes y la ONU han obviado las señales, achacándole la responsabilidad a quien menos la tienen.
Lo acontecido en Orlando sin lugar a dudas fue crónica de una muerte anunciada, fue la consecuencia de las señales que nunca se tomaron en cuenta.
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