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sábado, 6 de febrero de 2010

Tamaraceite: derroche de sangre


Foto de archivo
Cuando llegamos a casa nos sentimos seguros, dejamos todo lo malo atrás, es una cuestión casi psicológica. Sin embargo en muchas ocasiones de puertas para dentro, nace el misterio, el ritual, lo extraño. Hay muchos casos, aunque generalmente no rompen, ni estallan en la primera plana de un periódico.
En Gran Canaria, uno de los casos más macabros del que la opinión pública de los 70´s tuviese conocimiento, los habitantes de una casa convivían con sus miedos y con sus propios demonios. El caso de Tamaraceite, fue una verdadera orgia de sangre. La prensa de la época lo describió como El Crimen a lo Sharon Tate, debido a su magnitud.
Han pasado casi 40 años de aquel extraño ritual de sangre y muerte, locura, delirio, creencias, mal de ojo y brujería, y aún existen misterios que no han podido ser revelados. La policía de Gran Canarias tuvo que usar por vez primera mascaras de gas para entrar a buscar aquellos cuerpos de una familia que habían recreado dentro de su residencia el mismísimo infierno. 
Foto de archivo
Vivian en una cueva, la que habían convertido en su fortaleza, y apenas si salían, y cuando lo hacían se comportaban de manera extraña, como si se sintieran amenazados por algo. Aquel 1º de Junio de 1970, todos los miembros de aquella familia aparecieron muertos cocidos a cuchilladas.
A veces resulta verdaderamente difícil encontrar una explicación a un crimen. Los vecinos de Tamaraceite llevan años preguntándose cuál fue el desencadenante de aquel dantesco crimen, y aun no han encontrado una respuesta. Edelmira Tejera (vecina), asegura que aquella familia se comportaba como si sintieran un miedo terrible de la gente. No se relacionaban con ninguno de los vecinos.
Jacinto Rodríguez (vecino), testifica que un primo suyo, quien era sordomudo, fue quien se dio cuenta que algo había ocurrido en aquella casa. Fue el olor nauseabundo de los cuerpos putrefactos, lo que llamó la atención del tío de Jacinto, quien envió a su hijo a averiguar que era aquello que apestaba tanto. Este hallazgo ocurrió luego de diez o doce días del crimen, y como ellos no se relacionaban con nadie ni salían, la gente no se dio cuenta. 
Foto de archivo
Enfrentarse con lo que había dentro de aquella casa no resulto nada fácil, ni siquiera para los profesionales. El olor a podredumbre lo impregnaba todo. Algunos periodistas de Gran Canarias recuerdan este suceso. Los primeros dos cadáveres que se encontraron fueron el del padre y del hijo. En los cadáveres fueron hallados millones de gusanos, debido al alto grado de descomposición.
Todo parece indicar que el padre estaba convencido que su esposa e hijo eran presa de una terrible maldición. Intento esconderse, protegerse de la gente, pero finalmente consiguió una manera de ponerle fin a aquel embrujo. Su esposa no opuso resistencia alguna, el cuchillo le partió el corazón. 
Foto de archivo
El instinto hizo que con su último aliento intentara poner a salvo a su hijo, quien salió corriendo, pero, el joven ya no tenía escapatoria. Consumado el crimen, el hombre se clavo un cuchillo en el estómago, pero cansado de esperar la muerte, termino por cortarse el cuello.
Locura, superstición llevada al extremo, solo aquel hombre conocía las verdaderas razones de aquella masacre, llevándose aquel secreto a la tumba. Según confesiones de los vecinos, aquella familia vivía ajena al mundo. Las ventanas y las puertas estaban aseguradas con candado. En aquella época el mal de ojo provocaba un miedo total. Según el Dr. José Cabrera (psiquiatra forense), las ideas patológicas son lo más contaminante que hay, y las supersticiones bordean la enfermedad mental. 

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