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jueves, 18 de octubre de 2012

Ted Bundy, la primera detención y la Fuga


Fue en el verano de 1975, cuando la policía detuvo a Bundy por exceso de velocidad, al registrar el interior del vehiculo fueron hallados en el maletero: esposas, pasamontañas, barras de hierro, y unas facturas de gasolina que coincidían con los lugares y las fechas en que las chicas habían desaparecido. No fue sino hasta febrero de 1976 cuando Bundy fue encarcelado en el estado de Colorado, y a los dos meses logro escapar saltando desde el segundo piso de la biblioteca de la cárcel. Luego de seis días de huir de las autoridades fue atrapado nuevamente, pero la noche antes de acabar el año volvió a fugarse, pero esta vez a través de los conductos del aire acondicionado, para lograr su cometido perdió varios kilos de peso.
Luego de esta segunda fuga Ted Bundy se convierte en presa prioritaria en la lista de los más buscados del FBI, cruzó el país hasta llegar a la Florida, donde se dejo crecer la barba y cambio de nombre, y comenzó de nuevo a perpetrar sus macabros asesinatos, en esta ocasión irrumpió en una residencia de estudiantes en donde mato a dos jóvenes, hiriendo a otras dos, y a menos de un kilómetro atacó a una quinta víctima.
 El homicidio que más conmociono a la sociedad y a la opinión pública fue el de Kimberly Leach, una pequeña de tan solo 12 años, quien fue violada y salvajemente asesinada. La captura definitiva de Bundy fue producto de la casualidad, cuando conducía un Volkswagen Beetle sin las luces puestas, esto atrajo la atención de un agente de la policía que logro detenerlo y llevarlo a la cárcel. Luego de investigaciones, iniciaría un juicio en donde se le imputaban cargos de violación, y 14 homicidios. Muchos estados solicitaron su extradición, pero el primer juicio se efectuaría en el estado de Florida. Durante ese juicio Bundy rechazo los servicios de sus abogados y decidió defenderse el mismo y protagonizar ante el jurado un lamentable espectáculo que los medios en su momento lo calificaron como “Made in America”.
Durante el juicio, el propio Bundy interrogaba a los testigos, lo que corroboraría que se trataba de un perturbado mental, a pesar de que su carisma y su personalidad por momentos morbosa atraían decenas de fanáticos que intentaban convencer infructuosamente a los medios de la inocencia de él. Fue en 1980 cuando Bundy fue declarado culpable no solo por los ataques de 1974 sino por más de 30 asesinatos a jóvenes estudiantes universitarias en cinco estados del país. El jurado le condeno a la pena de muerte, pero esta sentencia no fue ejecutada sino hasta 1989, luego que Bundy agotara todos los recursos judiciales e incluso acudiendo a la manipulación de autoridades.
 Bundy fue examinado en diciembre de 1987, por Dorothy Lewis, catedrática de la New York University Medical Centre y lo diagnostico como maniaco-depresivo, y que realizaba sus delitos durante sus episodios de depresión, cuyos antecedentes se originaban de su traumática infancia cuando vivía con sus abuelos maternos. Antes de su ejecución en 1989, en una entrevista que la pornografía violenta tuvo un papel importante en sus crímenes sexuales. Algunos investigadores creen que el interés de Bundy en la pornografía fue un factor importante en sus crímenes, como un intento, fue otro intento de manipulación. Otros test psiquiátricos que le fueron practicados a Bundy evaluarían una personalidad propia de un esquizofrénico paranoide.
Fue el 17 de enero de 1989 cuando la fecha de la ejecución fue anunciada, pero Bundy insistía en continuar una lucha, usando todas sus armas que por años le habían sido de mucha utilidad, pidiendo prorrogas para confesar sus asesinatos, coaccionando a los familiares de sus víctimas para que abogaran por él, pero todas las familias se negaron, era evidente que todos querían ver a Bundy muerto. Bundy realizo ruedas de prensa durante sus últimos días, aunque no admitió todos los cargos que se le imputaban, especialmente los asesinatos de las victimas más jóvenes como el caso de Kimberly Leach.
 Fue el 24 de enero de 1989 cuando la labia de Ted Bundy perdería de manera definitiva su efecto. Aquella mañana, a las afueras de la prisión de Starke en la Florida, cientos de personas se juntaron formando un ambiente carnavalesco a la espera de la tan anunciada ejecución de Bundy. El siempre carismático y petulante Ted Bundy comenzó a flaquear y tartamudear al ver la silla en la que sería ejecutado, perdiendo así su legendaria compostura cuando llegó su hora. Aquel día llamo madre y rechazo su última comida. Su muerte por electrocución en la silla eléctrica fue declarada a las 7:16 de la mañana.

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