“Un hombre guapo, inteligente, romántico, tierno, encantador…”, así era considerado por sus amigos, novias y los que conocían a Theodore “Ted” Robert Cowell Bundy. Como ocurre con la mayoría de los asesinos seriales, Ted Bundy era un joven locuaz, inteligente, apuesto e indiscutible candidato al éxito, pero detrás de esa fachada de carisma se escondía un monstruo que había crecido en un hogar disfuncional. Bundy protagonizo una orgia de sangre que se prolongaría durante 5 largos años, nadie lo podía detener, solo acabando con él.
Bundy nació en 1946, hijo de una joven soltera que provenía de una familia puritana. Durante sus primeros años de vida Bundy es víctima del rechazo de su madre, por lo que es criado por sus abuelos a quienes él cree sus padres y a su madre, su hermana mayor. Ted vivió la violencia que su abuelo manifestaba al maltratar a su mujer, y esta violencia se vería reflejada más tarde al llegar a su adolescencia, desarrollando un carácter tímido e infantil. Comienza a alejarse de sus amigos, y adopta un cruel y extraño comportamiento con respecto a todo lo que le rodea, como mutilando cuanto animal caía en sus manos.
Ted Bundy fue
considerado un estudiante ejemplar, pero a consecuencia de un fracaso amoroso
abandona los estudios durante un tiempo, y cuando retoma los estudios en la
Universidad de Washington (Seattle) decide matricularse en la facultad de
Derecho, donde se destaca por ser un alumno brillante y estimado por sus
profesores. Entre los años de 1969 y 1972, estuvo involucrado en actividades
comunitarias, incluso llego a obtener una condecoración de la policía de
Seattle por salvar a un pequeño de 3 años de morir ahogado. Bundy estaba
relacionado con reconocidas figuras del Partido Republicano de los Estados
Unidos.
Las cosas comenzaron
a cambiar en 1973, cuando Bundy retomo un romance con Stephanie Brooks, una ex
novia de juventud, pero la relación fracaso de nuevo al poco tiempo forzando a
Bundy a abandonar a la chica sin que ella no volviera a saber de él. La vida
delictiva de Bundy inicio en 1974 con una serie de hurtos y ataques, como
aquella del 4 de enero cuando irrumpe en la habitación de Joni Lenz, una joven
universitaria de 18 años. Ted toma una palanca metalica y golpea a la chica
dejándola inconsciente para luego violarla salvajemente con una pata de la
cama. Al día siguiente la chica fue hallada malherida, y logro sobrevivir pero
con un daño cerebral permanente.
No fue sino durante
la primavera y el verano de 1974, cuando se reportaron las desapariciones de
varias universitarias durante algunas noches, se hablaron de aproximadamente 8
víctimas, pronto la mente de Bundy se volvió más arriesgada cuando comenzó a
atacar a plena luz del día.
Pudo comprobarse
que en ocasiones Bundy se llevaba a su casa las cabezas decapitadas para
aplicarles maquillaje, aparte de su obsesiva necesidad de volver con frecuencia
al lugar del crimen. Tras sus primeros crímenes, Bundy comienza a viajar por
una buena parte del país dejando a su paso sangre y muerte. El ímpetu homicida
de Bundy no solo se cobraría victimas en el estado de Washington sino también
en Oregón, Utah, Idaho, Colorado y Florida. Desafortunadamente todas estas
muertes parecían muy aisladas para ser conectadas entre sí.
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