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jueves, 24 de noviembre de 2011

EL LADO OCULTO DEL TERRORISMO ISLAMICO


 Los orígenes del terrorismo suicida se remonta al siglo X, cuando un siniestro personaje llamado Hassan Bin Sabbah y su “Secta de los asesinos” crearon un invisible imperio del terror que se extendía desde el mar Caspio a Egipto.  Ya en el siglo X eran aplicadas técnicas muy sofisticadas de lavado de cerebro e intimidación, años más tarde estas técnicas servirían como modelo de un sinnúmero de sociedades secretas occidentales y servicios de inteligencia que serian puestos al servicio del propio Osama Bin Laden.
 En la historia de Hassan Bin Sabbah  y  la “Secta de los asesinos”, se entremezclan elementos tales como el sexo, drogas, veneración, y asesinatos, que serian el génesis de uno de los más inquietantes fenómenos de la actualidad: el terrorismo suicida islámico. Hassan Bin Sabbah era considerado como el pionero del terrorismo suicida, además de ser un hombre de negocios, hereje, místico, asesino, y revolucionario, nacido en Persia (Irán).
Siendo niño Bin Sabbah alegaba ser la encarnación de Dios en la tierra, y en su juventud, durante un viaje a Egipto abrazo la doctrina Chiíta, aprendiendo a cuestionar el dogma islámico y comprendió que el mundo se transforma mediante acciones, dicha revelación serviría como modelo para la estructura de la organización de los hashishins –palabra árabe que traduce al termino “asesinos”. 
 Por problemas políticos Bin Sabbah se ve obligado a abandonar Egipto, decide volver a Persia, y en la montaña de Qazwin encuentra una fortaleza llamada Almut, que sería la morada  de la secta de los islamitas nazaríes, mas adelantehashishins o “Secta de los asesinos”. Pronto se creó en Almut lo que sería una especie de “Paraíso de Alá”, donde se llevarían a cabo los ritos iniciativos de los hashishins y este lugar se llamaría “Jardín Legendario de los placeres”.
Estos ritos consistían en drogar a un joven con una substancia cuyo principal ingrediente era el hachís. Al despertar el joven se encontraba rodeado de bellas mujeres quienes luego de recibirlo entre bailes y canciones, le proporcionaban toda clase de placeres sexuales, forzando al joven a cumplir cabalmente con todo cuanto le fuera ordenado. Hassan Bin Sabbah era considerado un gran alquimista y estudioso del sufismo (aspecto místico del islam). 
Como parte del “plan de estudios iniciativos”, para los futuros hashishins implicaba el dominio de métodos ocultos para alcanzar planos más elevados de consciencia, así como se aprendía métodos eficaces para matar usando el veneno o la daga. Los iniciados tenían amplios conocimientos en idiomas, así como también sabían muy bien cómo hacerse pasar por creyentes y practicantes de religiones más importantes, por lo que podían perfectamente pretender ser cualquier persona. 
 La secta de Bin Sabbah pronto haría del asesinato una autentica obra de arte, perfeccionando muchas técnicas con la daga que normalmente era impregnada de veneno. No estamos hablando de asesinos sanguinarios, estamos hablando de criminales que usaban la persuasión como método de intimidación antes de usar la violencia.
La secta de Bin Sabbah tuvo un gran impacto en todas las sociedades secretas que vendrían después, inclusive en las occidentales. Los templarios, el Priorato de Sión, la franco masonería, deben su eficacia organización al trabajo de Hassan. Los servicios de inteligencia más modernos han incorporado muchas de las técnicas de los  hashishins a sus metodologías. En un manual de entrenamiento de la CIA, titulado “Un estudio del Asesinato” se pueden encontrar elementos de la secta de Bin Sabbah, así como también lo mencionan haciendo referencia a su labor. 
 Tal como Bin Sabbah lo hizo en su momento, Osama Bin Laden también educo a sus colaboradores para que aceptaran la muerte sin dudas ni vacilaciones como parte de un programa político revestido de contundentes lemas religiosos. Las creencias de Osama Bin Laden estaban dirigidas a los Wahhabi, una corriente fanática islámica, que se debilita a finales del siglo XVIII y que cobra nuevos bríos a principios del siglo XX. Esta corriente defendía las creencias islámicas  repudiando otras religiones.

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