Comenzaba 1936, y todo era aparentemente tranquilo en la barriada obrera de Campalet, cuando un extraño fenómeno irrumpió la paz de aquella localidad, perturbando el sueño de la familia Obradors. Un veterano corresponsal del periódico “Crónica” acudió hasta aquella casa para escribir el reportaje más insólito de su vida. Aquel escéptico periodista iba a ser testigo directo de lo sobrenatural. El terror a lo inexplicable afecto a toda la familia Obradors, en especial a Josefa de 13 años.
Había un fenómeno eléctrico en la habitación donde se encontraba la niña, la luz se encendía sola. Josefa era gordita y desde que comenzaron aquellos fenómenos fue perdiendo peso. Los supuestos fenómenos paranormales de Campalet fueron mucho más allá. Josefa estaba viviendo un horror que estuvo a punto de quitarle la vida, cuando aquella fuerza le daba golpes en las piernas. José, el padre de Josefa, quien era ateo, no soportando el sufrimiento de su hija y la angustia de su familia, decidió recurrir a la religión, llamando a un sacerdote para que le diera la bendición a la casa, pero ni el sacerdote escapo a la furia sobrenatural.
El terrible infierno de aquella familia duro 4 años y luego resignados decidieron abandonar el lugar para trasladarse a otra casa de Terrasa, desde entonces nunca más se hablo de la niña Josefa y de su familia, víctimas de una verdadera pesadilla poltergeist.
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