Las escarificaciones decorativas que pueden hacerse en un salón de tatuajes, son de tres tipos. Se las denominan Cutting, Branding y skin removal:
- El cutting consiste, como su propio nombre en inglés indica, en cortar la piel con ayuda de un bisturí, siguiendo las líneas del dibujo. Se comienza como con cualquier otro tatuaje, dibujando en la piel el motivo a perpetuar con un bolígrafo adecuado, después se va perfilando cortando superficialmente con el bisturí la piel. De la profundidad del corte depende el grosor de la cicatriz. Por lógica, no debe superar los dos o tres milímetros, un corte de un centímetro ya requeriría sutura, y tal vez las marcas de los puntos te estropeen el dibujo. Tampoco es cuestión de desangrarse, pero sangre va a haber, y mucha, por la rotura de la red capilar. Por lo general no se utiliza anestesia, salvo casos muy especiales (gente que soporta muy mal el dolor, que como es lógico, este tipo de personas utilizarían pegatinas de las que se calcan con agua, no una navaja de barbero). Puede ir de molesto a muy doloroso, según tu umbral de dolor. Los cortes queman, pican, duelen, pero los entusiastas del body cutting dicen que esto forma parte de su magia.
- El skin removal, consiste, como también indica su nombre en inglés, en quitar trozos de piel. Los dibujos en los tatuajes se rellenan con tinta, aquí el relleno es más bien un vaciado. Puede ser un complemento del cutting, vaciando algunas zonas para hacer más interesante el dibujo, o constituir todo el tatuaje en sí. En este caso, primero se corta siguiendo los bordes del dibujo como el anterior, y después se va quitando la piel del interior, la capa superior de la epidermis, bien cortando con un bisturí y unas pinzas quirúrgicas, lo que requiere maña, o retirandola por desgaste, rascando con una paleta quirúrgica. Es casos más extremos se recorta con unas tijeras, quirúrgicas también. Esta herida tiene una cicatrización más lenta, y el riesgo de infecciones es mayor al ser mayor la superficie que queda sin protección.
El Branding consiste en conseguir las cicatrices quemando la piel. Para ello se emplean metales calentados al fuego, como hacen para marcar a las vacas, un pirógrafo especial para ir perfilando el dibujo, o un líquido abrasivo, como puede ser el ácido láctico. El acabado es más feo, las cicatrices tienen un tono marrón, y la posibilidad de infección es mucho mayor, ya que para que produzcan el objetivo deseado deben rozar el tercer grado, atravesar todas las capas de la epidermis. No hace falta decir que es doloroso.
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