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Son casas que guardan el pasado, un pasado que se refleja de forma sangrienta y dramática, que en muchos casos supera la ficción. Era un edificio como muchos otros, donde casi nunca ocurría nada, pero en su interior se esconden demasiados secretos. Una cadena de crímenes aconteció en aquella edificación en la ciudad de Valencia. En el periódico “Las Provincias” una nota titulada como El edificio maldito del periodista Javier Martínez decía lo siguiente: “Un halo de misterios y fatalidades rodean al peculiar edificio de ocho alturas en Valencia. Desde el año 1968, la finca parece tener una atracción fatal por las caídas mortales, los delitos de sangre y los delincuentes.”
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Los largos y silenciosos pasillos de esta enorme edificación parecían querer silenciar un macabro secreto que acabo saliendo a la luz hasta el mes de marzo del presente 2012, cuando se convirtió en el escenario de un crimen atroz. Se trata de Edeleine, una joven brasileña de 32 años, la última víctima de aquella maldición acudió a una cita con la muerte. Al intentar huir fue acuchillada, sale corriendo cayendo por el hueco de las escaleras. Se desconoce si ella misma se tiró para huir de su agresor o si este la tiró. Sin embargo cuando los periodistas acudieron al edificio para cubrir la información se encuentran con una historia dantesca, y con la noticia que en aquel edificio en 40 años ya habían tenido lugar ocho muertes violentas.
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El cadáver de un joven de 18 años, quien murió cuando celebraba su mayoría de edad, todo señalo que se trataba de una sobredosis de drogas, y lo mismo ocurrió con otro vecino cuyo cadáver fue hallado en alto grado de descomposición, también se hablo de sobredosis de drogas. Sin embargo la fatalidad no es lo único que parece rondar descontrolado por el edificio, algunos vecinos han llegado a abandonar sus viviendas por haber sido testigos de lo insólito. Detrás de la historia del edificio hay otra historia. El solar sobre el que se erige, en el siglo XVII era el lugar donde se enterraba a la gente durante la peste y lo mismo ocurrió en el siglo XIX con el cólera.
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